
Por: Lapatilla
Fecha: 26 de octubre de 2025, 8:50 pm
Durante años, la imagen de Albert Einstein ha estado ligada a pizarras llenas de fórmulas y teorías complejas, un emblema de la genialidad científica con su característico cabello alborotado y cejas prominentes. Sin embargo, hay un lado del genio que ha pasado desapercibido: su profunda conexión con la música, específicamente con el violín. Ahora, un instrumento que parecía perdido ha resurgido casi un siglo después, generando no solo un aluvión de interés financiero, sino también una reevaluación cultural sobre la vida de este icónico físico del siglo XX.
Desde pequeño, la música fue para Einstein un refugio y una fuente de inspiración. Su madre, pianista aficionada, lo introdujo en el mundo musical, y aunque sus inicios con el violín no fueron del todo prometedores, fue su descubrimiento de Mozart lo que transformó su relación con este instrumento. Para él, el violín se convirtió en una extensión de su ser; tantas ideas brillantes le surgían al tocar, que afirmaba que la creatividad fluía más fácilmente en esos momentos que ante una hoja en blanco.
Uno de sus violines, hecho en Múnich en 1894, lo acompañó durante algunos de los momentos más cruciales de su carrera, incluidos los años en que desarrolló la teoría de la relatividad y recibió el Premio Nobel. A pesar de ser un instrumento sencillo, tenía un gran valor simbólico: era su refugio tras largas jornadas de cálculos complejos y una vía para expresar emociones difíciles de verbalizar.
La historia de este violín se desdibujó tras la huida de Einstein de Alemania en 1932, a raíz del creciente antisemitismo. Antes de marcharse, depositó varios objetos significativos en manos de Max von Laue, un colega y también premio Nobel, entre los que se encontraban su primer violín. Este acto aparentemente normal marcó el inicio de una larga cadena de custodios, transformando el instrumento en un tesoro escondido que se mantuvo alejado del público.
El reciente regreso de este violín no solo revive el interés por la vida musical de Einstein, sino que también reaviva el debate sobre la relación entre la música y la ciencia en la creatividad humana. Este hallazgo promete resonar en el mundo cultural y académico, como un claro recordatorio de que el genio también tiene su lado más humano.
DCN/Agencias