La Nueva Diosa Viviente de Nepal Despierta la Admiración en Katmandú
En Nepal, una pequeña de apenas dos años y ocho meses ha sido elegida como la nueva kumari, o “diosa virgen”, en una ceremonia repleta de fervor y tradición, coincidiendo con uno de los festivales hindúes más significativos del país. Aryatara Shakya fue llevada el martes por su familia, desde su hogar en un callejón de Katmandú hasta un majestuoso templo-palacio, un proceso que simboliza su ascenso a la divinidad en la fe hindú y budista.
La selección de las kumaris es rigurosa; las niñas deben ser impecables en apariencia, teniendo piel, cabello, ojos y dientes en perfecto estado, y deben demostrar un valor especial, como la ausencia de miedo a la oscuridad. Aryatara fue elegida para reemplazar a la anterior diosa viviente, quien, según la tradición, pierde su estatus divino al alcanzar la pubertad.
Durante los festivales, la kumari es transportada en un carro adornado, siendo venerada por miles de devotos. Con un atuendo rojo brillante, moños altos y un “tercer ojo” pintado en la frente, la nueva diosa fue recibida en las calles con honores. Los fieles se alinearon para tocar sus pies, un gesto significativo de respeto, y le ofrecieron flores y dinero. Este jueves, Aryatara tendrá la oportunidad de bendecir a sus adoradores, entre ellos el presidente del país.
“Hoy no es solo mi hija; es una diosa”, comentó su padre, Ananta Shakya, quien aseguró que ya había señales de su grandeza antes de su nacimiento. “Mi esposa soñó que sería una diosa. Sabíamos que iba a ser alguien especial”, añadió.
Por su parte, la ex-kumari Trishna Shakya, ahora de 11 años, se despidió de su pasado en un palanquín, dejando atrás su etapa como diosa viviente. Durante el festival celebrado, que marca la victoria del bien sobre el mal, muchas familias se reúnen y celebran en unión.
La vida de una kumari es, sin embargo, aislada; tiene pocos compañeros de juego y solo puede salir en festivales. Una vez que dejan de ser kumaris, muchas enfrentan desafíos al reintegrarse a la vida normal y ajustar su educación. Sin embargo, en tiempos recientes, se han realizado cambios en la tradición, ofreciendo educación privada y una pequeña pensión a las ex-kumaris, permitiéndoles adaptarse mejor a la vida común.
DCN/Agencias