En Venezuela, el consumo se ha transformado en una estrategia para proteger los ingresos. La dolarización informal, sumada a la escasez de divisas en efectivo y la depreciación del bolívar, ha llevado a los ciudadanos a gastar rápidamente para evitar la pérdida de poder adquisitivo.
Fabián Campos, economista y miembro de Datanálisis, explicó en una entrevista con Fedecámaras Radio que el país enfrenta una paradoja: aunque los precios se establecen en dólares o euros, la mayoría de las transacciones cotidianas se realizan en bolívares. Esta desconexión entre la referencia monetaria y el medio de pago obliga a los consumidores a actuar de manera defensiva.
Campos aseveró que los venezolanos piensan en divisas, inician su día con esa mentalidad, transaccionan en bolívares y buscan la forma de recuperar esas divisas. Subrayó que la población no gasta por deseo de consumir más, sino porque retener bolívares implica una pérdida de valor: «Bolívar que entra, bolívar que sale», lo que se traduce en una dinámica de ahorro más que de consumo.
Con el regreso de los pagos en bolívares, la presión inflacionaria ha resurgido. Campos advirtió que la coexistencia de varios tipos de cambio no oficiales y la fuerte economía informal incrementan los costos para los importadores, quienes deben adquirir divisas a precios elevados, trasladando ese impacto a los precios finales.
Como consecuencia, los hogares gastan los bolívares tan pronto como los reciben, no para aumentar su consumo, sino para evitar que su valor disminuya al día siguiente.
DCN/Agencias