
Los tostadores de café y consumidores en Estados Unidos enfrentan un aumento de costos debido a un arancel del 50 % sobre el café brasileño, impuesto por Donald Trump. Se espera que las conversaciones comerciales con el presidente Lula da Silva, durante la reciente Cumbre de la ASEAN, sean determinantes.
Este arancel ha afectado severamente la industria del café estadounidense, valorada en 340 mil millones de dólares. Los importadores ahora tienen cargamentos de café brasileño pendientes, mientras que los tostadores deben pagar tarifas adicionales y los consumidores gastan hasta un 40 % más en su café diario.
Estados Unidos consume alrededor de 25 millones de bolsas de café de 60 kilos cada año, de las cuales Brasil provee cerca de ocho millones. Con el compromiso actual, las reservas de café se están agotando y los tostadores buscan fuentes alternativas, que han incrementado sus precios hasta un 10 %.
Desde el año pasado, los precios minoristas del café han ido en aumento. En septiembre, el café molido y tostado alcanzó un promedio de 9,14 dólares por libra, un incremento del 41 % en comparación con el año anterior, contribuyendo a la inflación alimentaria local.
Desde agosto, el café brasileño dejó de ingresar al mercado estadounidense debido al arancel. Algunas empresas han comenzado a enviar parte de su café a Canadá, a pesar de los altos costos de transporte, para evadir el impuesto. Otros tostadores han optado por enviar sus envíos a destinos alternativos.
Steven Walter Thomas, propietario de Lucatelli Coffee, mencionó que el arancel no responde a cuestiones comerciales equitativas, sino a factores políticos. El aumento de costos también afecta a Starbucks, cuya directora ejecutiva, Cathy Smith, indicó que los altos precios del café impactan los márgenes de la empresa.
Críticos han señalado que los aranceles impuestos por Trump son una represalia política, a raíz de condenas judiciales contra el expresidente Bolsonaro en Brasil. Este arancel al café ha sido interpretado como un castigo al gobierno de Lula.
Se prevé que para diciembre las reservas de café lleguen a niveles críticos, aumentando la presión sobre los tostadores para encontrar opciones a precios sostenibles.
DCN/Agencias