La llegada de Rodrigo Paz a la presidencia de Bolivia representa un cambio significativo en el panorama político y económico, poniendo fin a 20 años de dominio del Movimiento al Socialismo (MAS). Con un 54,5% de los votos en el balotaje del 20 de octubre, Paz, líder del Partido Demócrata Cristiano, superó al candidato Jorge Quiroga, quien obtuvo el 45,5%.
Uno de los pilares de su campaña fue la propuesta de un «capitalismo para todos», que se distancia de las políticas de intervención del MAS. Paz planea reducir impuestos y aranceles, facilitar el acceso al crédito y establecer un sistema cambiario con límites para estabilizar la moneda. Durante un debate, afirmó: “El capitalismo para todos es platita para la gente, estabilidad para que bajen los precios.”
Analistas como Carlos Toranzo ven este cambio como una transición del capitalismo de Estado a una economía que acepte inversión privada. Sin embargo, el nuevo gobierno enfrenta serios retos, como un déficit fiscal de casi 10% del PIB y costos anuales de subsidios a combustibles de alrededor de 2.000 millones de dólares. Paz ha indicado que los recursos son suficientes «si no se roba» y planea activar 3.500 millones de dólares en fondos multilaterales no utilizados.
Asimismo, anunció el levantamiento gradual de subsidios a combustibles, excepto para sectores vulnerables, lo que podría generar tensiones sociales. También propone una redistribución del presupuesto nacional mediante su «Agenda 50/50», que busca equilibrar los recursos entre diferentes niveles de gobierno y que requiere pactos políticos en un Congreso fragmentado.
Paz ha planteado suspender empresas públicas deficitarias y reforzar controles anticorrupción. La derrota del MAS, que solo obtuvo el 3% de los votos en la primera vuelta, ha abierto un nuevo escenario político. Las reformas que propone Paz demandarán alianzas y manejo social, mientras se espera cómo se implementará su visión de «capitalismo para todos».
DCN/Agencias