
Por: Lapatilla
27 de octubre de 2025
3:50 PM
Camerún se encuentra en el ojo del huracán tras las elecciones del 12 de octubre, donde su presidente, Paul Biya, fue declarado ganador. Con 92 años y más de 40 años en el poder, Biya se mantiene firme en su puesto, convirtiéndose en el jefe de Estado más anciano del planeta.
Aunque sus cuatro décadas al mando son asombrosas, Biya no ostenta el título del gobernante más longevo. Ese honor pertenece a Teodoro Obiang de Guinea Ecuatorial, que tomó el control en 1979 mediante un golpe de Estado. Biya, uno de los hombres más adinerados de Camerún, asumió la presidencia en 1982 y, a pesar de enfrentar 11 candidatos mucho más jóvenes en estas elecciones, logró asegurar su octavo mandato con un 53.33% de los votos, que lo llevará a un nuevo período de siete años. Si lo completa, ¡tendrá 99 años!
Sin embargo, su victoria no ha estado exenta de controversia. A raíz del anuncio de resultados, los seguidores de Issa Tchiroma Bakary, un exministro y candidato opositor, denunciaron fraude y salieron a protestar. Las cosas se tornaron violentas, con reportes de disparos contra grupos de civiles en Yaoundé, la capital, lo que dejó un trágico saldo de dos muertos.
La situación en Camerún es un reflejo de la complejidad política de muchos países africanos, donde el poder se aferra a líderes longevos que enfrentan un creciente descontento social. Análisis revelan que muchas naciones en el continente todavía luchan con la búsqueda de un cambio real en sus estructuras de poder, mientras algunos gobernantes se aferran con uñas y dientes a sus cargos.
Aunque Biya sigue al mando, el futuro político de la nación camina por un rumbo incierto. Las voces de protesta podrían comenzar a resonar con más fuerza, mientras el país atraviesa un momento clave en su historia política que puede sentar las bases para una nueva era de gobernabilidad. Con un contexto así, no es de extrañar que el mundo ponga su atención en lo que sucederá en los próximos años.
¿Qué pasará si la juventud cameralense se decide a alzar la voz? La historia apenas comienza a escribirse.
DCN/Agencias