María Alejandra Rubio no ha visto a su hijo Anyerson, de ocho años, en cinco meses. La separación ocurrió en Estados Unidos, donde fue detenida para su deportación a Venezuela, mientras su hijo fue enviado a vivir con un amigo de la familia. Rubio afirma que las autoridades migratorias estadounidenses le hicieron creer que viajaría a su país con su hijo, pero finalmente el viaje se realizó sin él.
Rubio ahora forma parte de un grupo de madres y abuelas venezolanas que han escrito a la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump, buscando su apoyo para reunirse con sus hijos y nietos. En la carta enviada a Trump el 18 de agosto, solicitaban ayuda para que sus hijos regresen a casa. «Él me dice que quiere estar conmigo y regresar a Venezuela», comentó Rubio sobre las comunicaciones con Anyerson.
Hasta la fecha, la oficina del presidente Donald Trump no ha respondido a solicitudes de comentarios sobre la misiva. El gobierno venezolano confirmó que la carta fue enviada a la Casa Blanca a través de un servicio de mensajería privado.
En la carta, las madres pidieron que se escuche su clamor y que las políticas de separación familiar sean revisadas. “Le pedimos que sea un puente para la justicia y la humanidad”, señalaron. Este año, más de 10,000 migrantes han retornado a Venezuela, según el gobierno de Maduro, pero no todos han podido viajar con sus hijos.
Un ejemplo de esta situación es el caso de Maikelys Espinoza, de dos años, quien quedó en Estados Unidos tras la deportación de su madre. Su padre fue encarcelado en El Salvador, y la separación ocurrió debido a alegaciones de vínculos con una pandilla designada como terrorista por el gobierno estadounidense. Maikelys se reunió finalmente con su madre en mayo y con su padre en julio.
Maduro agradeció a Trump cuando Maikelys llegó a Venezuela, aunque Estados Unidos no reconoce su gobierno. A pesar de las negociaciones entre ambos gobiernos, el regreso de menores a su país puede demorar. El Departamento de Estado de EE. UU. ha señalado que no apresurará el proceso para garantizar el bienestar de los menores.
Las madres y abuelas consideran que la situación de sus hijos en EE. UU. es un secuestro. «No saber dónde está tu niño es un secuestro», afirmó Syntia Cáceres, quien se preocupa por su nieta Aurore, en un hogar de acogida en Georgia. Ella también aboga porque los deporten juntos cuando llegue ese momento, argumentando que si deben regresar, que sea en familia.
DCN/Agencias