El pasado sábado, el fútbol ecuatoriano volvió a ser ensombrecido por la violencia, esta vez con el trágico asesinato del futbolista Jonathan González. Según informaciones de sus familiares, se revelaron amenazas que el jugador había recibido relacionadas con apuestas, justo días antes de su fallecimiento.
Según el diario ecuatoriano Extra, en los últimos meses, varios futbolistas en Ecuador han sido objeto de extorsiones a través de mensajes amenazantes, en los que se les exigía dinero bajo pena de muerte. Jonathan no fue la excepción, y sus cercanos han confirmado que él también recibió advertencias de grupos delictivos que buscan involucrar a jugadores en amaños de partidos para lucrar con apuestas en línea.
Aparentemente, González se negó a colaborar con estas amenazas, haciéndose oídos sordos ante las advertencias. Lo más alarmante es que, antes de su muerte, ya había sido víctima de un intento de homicidio: hace unas semanas su auto fue acribillado tras un encuentro en el estadio Folke Anderson, luego de un partido contra el 22 de Julio.
El impacto de esta situación resuena no solo en el ámbito deportivo, sino también en la sociedad ecuatoriana, donde la creciente influencia de la violencia y el crimen organizado son una realidad preocupante. La comunidad futbolística clama por medidas efectivas que garanticen la seguridad de sus jugadores y un ambiente limpio en el deporte.
Este triste suceso refleja una problemática que debe ser atendida de inmediato, no solo para honrar la memoria de González, sino también para proteger a otros deportistas que podrían estar enfrentando situaciones similares. La esperanza es que este lamentable episodio sirva como un llamado de atención para las autoridades y la sociedad en su conjunto en la lucha contra la violencia y la corrupción en el deporte.
DCN/Agencias