La película que catapultó a Robert Redford como el ícono del periodismo valiente que retó al poder establecido

El legado de “Todos los hombres del presidente”: Una mirada al proceso detrás del mito

En una tarde soleada en Georgetown, Bob Woodward hojea un viejo manuscrito que mantiene la esencia del icónico filme "Todos los hombres del presidente". Este borrador, datado del 25 de septiembre de 1974, es el segundo guion escrito por William Goldman, adaptación del libro de Woodward y Carl Bernstein sobre la célebre investigación del caso Watergate para The Washington Post. Lo que comenzó como un informe sobre un robo en 1972 se transformó en una revelación de malas prácticas dentro del Partido Republicano, que culminó en la renuncia del presidente Richard Nixon.

Mientras repasa el guion de 161 páginas, Woodward recuerda cómo Robert Redford, productor y protagonista de la película, le envió el documento para su opinión. Con un bolígrafo en mano, Woodward no duda en señalar los errores que encuentra, garabateando “¡No!” o “Incorrecto” en los márgenes, especialmente en las partes donde Goldman había añadido escenas ficticias que él y Bernstein deberían interpretar.

“Goldman es un bromista”, comenta Woodward, refiriéndose a las colaboraciones pasadas con el actor. Alan J. Pakula, el director del filme, llegó a calificar burlonamente el enfoque original de Goldman como “Butch Woodward y el Sundance Bernstein”, resaltando cómo la presencia de Redford y Dustin Hoffman podría haber trivializado la historia.

Lo curioso es que la película que hoy consideramos un clásico, un thriller digno que arrasó en taquilla y ganó cuatro Óscar, estuvo al borde de ser olvidada. Su travesía de lo mediocre a lo memorable subraya una valiosa lección sobre el cine: las grandes obras surgen de la superación de numerosos tropiezos y decisiones cuestionables en su desarrollo.

Así, este viaje de “Todos los hombres del presidente” no solo celebra el periodismo de investigación, sino también el arduo trabajo detrás de cámaras que lo hizo posible. Su impacto en la cultura popular y el periodismo se siente hasta hoy, reafirmando que el buen cine, como en la vida, es fruto de esfuerzos y lecciones aprendidas.

DCN/Agencias

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