Algunos expertos afirman que reducir el consumo de sal podría ser tan riesgoso como consumirla en exceso. ¿Qué dice la ciencia?
En 2017, el chef turco Nusret Gökçe se volvió famoso tras un video donde sazonaba un gran filete con un toque de sal, generando millones de vistas y el apodo de salt bae.
La sal ha capturado nuestra atención. A pesar de las advertencias de salud, la gente consume casi el doble de la cantidad recomendada, lo que afecta su salud.
Sin embargo, un nuevo enfoque cuestiona investigaciones antiguas y plantea dudas sobre nuestro uso habitual de este condimento.
El sodio, presente en la sal, es vital para mantener el equilibrio hídrico y facilitar el transporte de nutrientes en el cuerpo. Sin embargo, muchas personas consumen más sal de la recomendada, lo que ha llevado a autoridades de salud a promover su reducción.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere limitar el sodio a menos de 2 g diarios, lo que equivale a unos 5 g de sal. En EE.UU., se recomienda un límite de 2.3 g de sodio por día, aproximadamente una cucharadita de sal.
Un estudio de 2022 indicó que un consumo moderado de sodio (entre 3 y 6 g diarios) podría ser más beneficioso para la salud cardiovascular que dietas bajas o altas en sodio.
Solo una cuarta parte del sodio ingresa a nuestro organismo a través de la sal que añadimos, el resto proviene de alimentos procesados como el pan y las salsas. Esto provoca confusiones, ya que las etiquetas de alimentos indican sodio en lugar de sal, lo que podría hacer que las personas subestimen su consumo.
El sodio y el cloruro componen la sal, y en 2.5 g de sal hay aproximadamente 1 g de sodio. Expertos como la nutricionista May Simpkin señalan que el público no suele entender esta diferencia.
Se ha demostrado que un consumo elevado de sal está relacionado con la hipertensión y aumenta el riesgo de accidentes cerebrovasculares y enfermedades cardíacas. Según la OMS, un alto consumo de sodio causa aproximadamente 1.89 millones de muertes al año.
Un metaanálisis a lo largo de 35 años reveló que añadir 5 g de sal en la dieta incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.
Reducir la sal ha mostrado efectos positivos. Un análisis en Inglaterra encontró que disminuir 1.4 g al día en la ingesta de sal resultó en menor presión arterial y redujo significativamente los accidentes cerebrovasculares mortales.
Aunque hay pocos estudios que comparen directamente el consumo de sal alto y bajo, la investigación observacional ha sido abundante.
Ejemplos incluyen campañas en Japón y Finlandia que llevaron a reducciones en el consumo de sal y, en consecuencia, a una disminución en la mortalidad por ictus.
El impacto del consumo de sal varía según individuos, incluyendo factores como la etnicidad y la salud. Algunos estudios sugieren que un bajo consumo de sal podría ser igualmente riesgoso que uno alto, estableciendo así un «punto óptimo» de ingesta.
Un metaanálisis sugiere que consumir menos de 5.6 g o más de 12.5 g puede tener consecuencias negativas para la salud.
Expertos continúan debatiendo sobre los efectos de la sal en la salud general y si un alto consumo puede ser compensado con hábitos saludables.
En general, pese a las diferencias de opinión, la mayoría de la evidencia señala que el consumo excesivo de sal está relacionado con un aumento en la presión arterial y otros problemas de salud.
DCN/Agencias