El término “controlador” tiene connotaciones que van más allá de lo clínico, ya que describe a personas con una necesidad excesiva de control, lo que puede llevar a considerarlos anormales o incluso "monstruosos". Este tipo de individuos a menudo presentan características de obsesión, ira —ya sea manifiesta o pasivo-agresiva—, fobias y trastornos del estado de ánimo. Su necesidad de dominio surge del temor a que si no controlan todo, sus vidas se desmoronarán.
Estos comportamientos pueden observarse en distintos entornos, desde el hogar hasta el trabajo o reuniones sociales. Aunque los controladores suelen reconocer su necesidad de dominar situaciones, tienden a rechazar la etiqueta negativa que acompaña a su comportamiento. Frecuentemente se justifican con frases como: “tengo que ser así para lograr lo que hago” o “sin mí, las cosas no funcionarían”.
Este deseo de controlar puede resultar dañino para la salud mental, ya que hay muchas variables en la vida que escapan a nuestro control. Aquellos que buscan este control absoluto enfrentan ansiedad por las expectativas irrealizables que se imponen. Algunas de las señales que caracterizan a estas personas incluyen:
Corregir a los demás: Sienten la necesidad de señalar los errores ajenos, ya sea en la gramática, el comportamiento o detalles del pasado. Esto refuerza su creencia de que siempre tienen la razón.
Deseo de ganar discusiones: Tienen dificultad para lidiar con las opiniones ajenas, pues siempre buscan demostrar que son los más competentes y lógicos.
Negativa a admitir errores: Evitan reconocer cuando están equivocados, lo que genera fricciones en sus relaciones, ya que temen que esto les haga ver como incompetentes.
Criticar a otros: Tienen opiniones firmes sobre cómo deben actuar los demás, mostrando una actitud crítica y a veces hipócrita hacia quienes los rodean.
Manejo iracundo al conducir: Se frustran rápidamente al volante, pensando que son los únicos que saben conducir correctamente, lo que resulta en comportamientos agresivos hacia otros conductores.
Los “control freaks” suelen involucrarse en comportamientos que generan frustración y resentimiento en quienes los rodean. Para quienes se identifiquen con estas conductas, es recomendable reflexionar sobre si se sienten agotados por intentar controlar cada aspecto de sus vidas. Si se observa este comportamiento en un ser querido, podría ser útil abrir un diálogo sobre la situación.
DCN/Agencias