Cada vez más migrantes venezolanos se ven obligados a regresar a su país. Elio Mora, un venezolano de 45 años, fue deportado desde Estados Unidos después de pasar cinco semanas detenido por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE. Durante su tiempo en prisión, Mora recuerda haber pasado cuatro días durmiendo en el suelo y subsistiendo con un burrito y agua. Posteriormente, fue enviado a México y comenzó su viaje de regreso a Venezuela, pasando por seis países hasta llegar a Necoclí, un puerto en la costa caribeña de Colombia.
Según la ONU, la migración inversa ha tocado a al menos 14.000 venezolanos desde enero, muchos de los cuales buscan volver a su tierra. Mora, junto a otros migrantes, adquirió boletos a Medellín con el objetivo de seguir hacia Cúcuta y cruzar posteriormente a San Antonio del Táchira.
Necoclí, que hace dos años vivió una crisis migratoria con más de 20.000 personas en una población de solo 25.000, actualmente muestra una disminución en el flujo de migrantes. Según Migración Colombia, entre enero y junio de este año, arribaron 12.150 migrantes en retorno. El alcalde Guillermo José Cardona indica que la migración inversa es menor a lo que se ha divulgado, aunque algunos migrantes regresan rápidamente.
El pastor José Luis Ballesta, de una iglesia local, brinda alimentos diarios a 200 migrantes, pero su comedor enfrenta el cierre inminente por la falta de recursos. Ballesta expresa su preocupación, afirmando que la migración aún no ha cesado y que organiza raciones limitadas para aquellos que llegan.
Los migrantes enfrentan diversas dificultades para avanzar en su camino, dependiendo de pasajes y la ayuda de las comunidades locales, con la esperanza de reunirse con sus familias. Mora, tras años de separación, anhela llegar al cumpleaños número 12 de su hijo menor en Venezuela mientras reflexiona sobre la soledad que conlleva su regreso.
DCN/Agencias