¡Una sorpresa viral! La mujer que filmó al CEO infiel en el concierto de Coldplay revela si recibió algún dinero por su impactante video.

El escándalo de Coldplay: ¿Una travesura involuntaria o un drama digno de una telenovela?

Grace Springer, una joven estadounidense de 28 años, jamás imaginó que un simple video grabado en el concierto de Coldplay en el estadio Gillette de Boston la convertiría en el centro de una controversia mundial. Mientras disfrutaba del show, capturó el preciso instante en que Andrew Byron, CEO de la empresa Astronomer, y Kirstin Cabot, su jefa de recursos humanos, fueron sorprendidos por la famosa “kiss cam”. La reacción de ambos, que incluyó un apartamiento brusco por parte de Byron y una vergonzosa cobertura de rostro por parte de Cabot, desató una ola de risas y especulaciones.

La situación se tornó más explosiva cuando Chris Martin, el líder de Coldplay, hizo un comentario al respecto: “O están teniendo una aventura o son muy tímidos”. Este chascarrillo amplificó aún más el interés por lo sucedido, haciendo que rápidamente se volviera viral.

En redes sociales, comenzaron los rumores acerca de cuánto podría estar ganando Springer con la viralidad del video, especialmente en plataformas como TikTok y YouTube. Sin embargo, la protagonista del escándalo salió al paso en el programa británico This Morning, desmintiendo que estuviera obteniendo beneficios económicos: “No he ganado ni un centavo; esto no está monetizado”, precisó.

Originalmente, Grace solo tenía la intención de documentar un momento especial del concierto. “Estaba emocionada por verme en la pantalla y tenía mi teléfono listo”, explicó. Al revisar las imágenes con amigos, se dio cuenta del revuelo que había causado su grabación. “Nunca pensé que generaría tanto revuelo. Si lo hubiera sabido, quizás lo pensaría dos veces”.

La trama se complicó aún más al conocerse que tanto Byron como Cabot están casados. Eventualmente, Byron decidió dimitir como CEO, y la junta directiva ha enfatizado la importancia de que los líderes actúen con responsabilidad.

La novela tomó un giro personal cuando la esposa de Byron, Megan Kerrigan, eliminó su apellido de sus redes sociales y, posteriormente, cerró sus cuentas. Algunos medios británicos sugieren que su separación podría costarle a Byron hasta 30 millones de libras, en un posible divorcio.

En conclusión, lo que comenzó como un momento de diversión se ha convertido en un escándalo digno de los mejores dramas. Y una cosa es segura: hay más de un involucrado que desearía haber estado lejos de esa kiss cam.

DCN/Agencias

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