Una lucha contra la adicción al bronceado: el caso de Megan Blain
Megan Blain, una joven británica de 18 años, se enfrenta a una adicción peligrosa que comenzó como parte de su rutina de belleza. A pesar de los daños visibles en su piel, sigue utilizando camas solares, una práctica que ha generado preocupación debido a sus riesgos para la salud.
Originaria de Seaham, en el condado de Durham, Megan comenzó a broncearse artificialmente a los 16 años. En un video viral del canal Truly, ella comparte su experiencia, resaltando los efectos físicos y emocionales de buscar un tono de piel más oscuro. Inicialmente ignoraba los peligros de estas máquinas, pero la satisfacción que sentía al ver los resultados la llevó a aumentar la frecuencia de las sesiones. Eventualmente, dejó de lado los autobronceadores y empezó a inyectarse productos para intensificar su bronceado.
Durante más de un año, asistía a sesiones de media hora bajo luces UV, aplicándose aceite para bebés con el fin de potenciar el efecto. Con el tiempo, comenzaron a aparecer lunares en su piel, así como manchas inusuales. Megan ha notado marcas en su abdomen que la preocupan, temiendo un posible melanoma. A pesar de estos síntomas, no ha asistido a la consulta médica debido a la ansiedad que le provoca.
Además, las inyecciones que utiliza para intensificar su bronceado le generan malestar, incluyendo náuseas. "Estoy atrapada en un ciclo de abuso", admite, reconociendo que se siente impelida a continuar, aunque es consciente de su adicción.
La situación también ha afectado su vida social; ha sido objeto de burlas en espacios públicos y redes sociales. Comparaciones despectivas han sido comunes, impactando su autoestima. A pesar de las críticas, Megan siente que no puede vivir sin esta práctica.
A través de su cuenta de TikTok, Megan busca generar conciencia sobre los peligros que conlleva la exposición prolongada a los rayos UV. Según ella, la frecuencia del uso de camas solares está aumentando entre los jóvenes. “Si yo me volví adicta sin darme cuenta, lo mismo podría pasarle a otros”, advierte.
Aunque ha cambiado su visión sobre el bronceado artificial, le resulta difícil dejar este hábito. "Siento que tengo que usar las camas solares, ya no es solo un deseo de estar bronceada".
DCN/Agencias