La administración del presidente Donald Trump ha incrementado su presión comercial, fijando el 1 de agosto como la fecha de entrada en vigencia de nuevos aranceles para países que no hayan establecido acuerdos bilaterales con Estados Unidos. Esta medida, que retoma la estrategia de “aranceles recíprocos”, busca corregir lo que la Casa Blanca denomina un desequilibrio estructural en el comercio internacional.
Este anuncio llega tras el final de una tregua de 90 días iniciada en abril, cuando se suspendió temporalmente la imposición de tarifas para permitir negociaciones. Sin embargo, a pocos días del 9 de julio, solo Reino Unido y Vietnam han concretado acuerdos formales con Washington.
Trump mencionó que “podrían ser 12 o 15 países” los que recibirán notificaciones sobre los aranceles esta semana. El nuevo esquema establece un arancel base del 10% sobre todas las importaciones, con tasas que podrían alcanzar el 50% en sectores sensibles como acero, aluminio y automóviles. La administración ha comunicado que los países que negocien “de buena fe” podrían recibir condiciones más favorables.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, aseguró que este enfoque no es una amenaza, sino una realidad comercial. Economistas y líderes empresariales expresan su preocupación, advirtiendo que una escalada en aranceles podría aumentar la inflación y frenar el crecimiento global.
La incertidumbre afecta a más de un centenar de naciones, entre ellas Japón, India y la Unión Europea, que aún no han alcanzado acuerdos. Aunque Washington ha logrado una tregua parcial con China, aún no hay compromisos definitivos.
Con la fecha límite acercándose, se espera que los próximos días sean cruciales para los acuerdos comerciales. De no lograrse compromisos, el mundo podría enfrentarse a una nueva era de proteccionismo liderada por Estados Unidos.
DCN/Agencias