El peso argentino finalizó julio con una caída de más del 12%, marcando su peor rendimiento mensual desde la devaluación implementada por el presidente Javier Milei en diciembre de 2023. La presión cambiaria se intensificó en los últimos días del mes, donde la moneda local se desplomó un 4,4% en una sola jornada, liderando las pérdidas entre los mercados emergentes.
La demanda de dólares por parte del sector privado ha aumentado notablemente, impulsada por la incertidumbre ante las elecciones legislativas de octubre y la necesidad de protegerse ante la inestabilidad. Según datos del Banco Central, en junio se compraron más de 4.000 millones de dólares, lo que representa un incremento de 800 millones con respecto al mes anterior, y el número de compradores casi se duplicó en comparación con los vendedores.
Paralelamente, el gobierno ha intentado fortalecer las reservas internacionales al inyectar pesos en la economía, buscando cumplir con los compromisos establecidos en el programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI). No obstante, la falta de entrada de divisas frescas por la caída de las exportaciones agrícolas, que son la principal fuente de dólares, ha acentuado la escasez en el mercado cambiario.
El tipo de cambio oficial alcanzó los 1.368 pesos por dólar, acercándose al límite superior de la banda de flotación, que se sitúa en 1.451,06 pesos.
Analistas de la consultora StoneX advierten que el gobierno se enfrenta a una difícil decisión: optar por una mayor depreciación del peso, lo que generaría más presión inflacionaria antes de las elecciones, o enfriar aún más la actividad económica. Con reservas limitadas y un panorama global incierto, la inestabilidad cambiaria se presenta como uno de los principales retos económicos del gobierno de Milei para la segunda mitad del año.
DCN/Agencias