Unas lluvias inesperadas resucitan un lago en el desierto australiano

En los últimos 160 años, el Lago Eyre, ubicado en el punto más bajo de Australia, solo ha alcanzado su capacidad máxima en tres ocasiones. Recientemente, un fenómeno climático inédito ha traído lluvias extremas a Queensland, generando un flujo significativo de agua hacia esta cuenca endorreica, que normalmente se encuentra seca. Informes del NASA Earth Observatory indican que desde marzo, el agua ha recorrido distancias considerables por el desierto, alcanzando partes del lago que no habían visto inundaciones en décadas.

El Lago Eyre, también conocido como Kati Thanda, suele mantenerse seco debido a su elevado nivel de evaporación y baja precipitación. Este año, sin embargo, las lluvias han activado sistemas fluviales en el Channel Country, logrando cubrir amplias áreas de la cuenca. Imágenes satelitales de la NASA muestran cómo el agua ha ido penetrando por el norte, llegando a zonas profundas como el golfo de Madigan y la bahía Belt, localizadas a más de 15 metros bajo el nivel del mar.

Expertos y residentes son cautelosos ante esta situación. Aunque algunos han comparado las condiciones actuales con la inundación histórica de 1974, cuando el lago alcanzó profundidades de 6 metros, los especialistas consideran poco probable un llenado total este año. Las precipitaciones, aunque intensas, no serían suficientes para superar el hito. Según guardabosques y empresarios turísticos, podrían requerirse al menos dos años consecutivos de lluvias excepcionales para lograrlo. Sin embargo, las temperaturas moderadas podrían contribuir a que el agua permanezca más tiempo, lo que a su vez maximizaría el impacto ecológico.

Con la llegada del agua, el Lago Eyre se está convirtiendo en un ecosistema efímero. Los huevos de artemia, que habían estado inactivos en el suelo seco, han comenzado a eclosionar, junto con otras especies como camarones escudo y cangrejos de agua dulce. Peces de ríos temporales también migran hacia el lago para reproducirse en sus aguas. Esta abundancia de vida atrae a millones de aves acuáticas migratorias, que encuentran en el lago un crucial refugio biológico, aunque temporal.

Casi una sexta parte del territorio australiano drena hacia el Lago Eyre, pero gran parte del agua se pierde por evaporación. Lo que sucede en 2025 se presenta como una excepción climática significativa, permitiendo oportunidades para la investigación y el ecoturismo. Las autoridades continúan monitoreando el fenómeno, que podría extenderse durante semanas si las condiciones climáticas se mantienen favorables.

DCN/Agencias

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