Cultivando la Autocompasión: Estrategias para Ser Más Amables con Uno Mismo
Cuando un amigo se enfrenta a un reto grande o se siente abatido, lo natural es ofrecerle palabras de apoyo. Sin embargo, muchas veces nos resulta complicado hacer lo mismo con nosotros mismos. A menudo, somos nuestros críticos más duros. Practicar la autocompasión puede marcar una diferencia significativa. Estudios indican que quienes muestran autocompasión en momentos difíciles tienden a ser más resilientes.
Kristin Neff, especialista en psicología educativa de la Universidad de Texas en Austin, señala que es fundamental diferenciar entre reconocer un error y vernos a nosotros mismos como un error. Este enfoque es más saludable que simplemente buscar la autoestima, ya que se basa en ser amables y comprensivos con uno mismo.
La autocompasión implica ofrecerse apoyo y comprensión en momentos difíciles, reconociendo que las imperfecciones son parte de la vida. Se origina a partir de la atención plena, que consiste en centrarse en el presente sin juzgar. Las personas con autocompasión son capaces de identificar sus sentimientos de fracaso sin dejarse llevar por ellos, eligiendo responder con amabilidad en lugar de rumiar.
Ser amable con uno mismo no equivale a caer en la autocompasión negativa; todos enfrentamos sufrimientos, y saber que esto es parte de la experiencia humana ayuda a disminuir el aislamiento y la vergüenza.
Existen mitos sobre la autocompasión, como la idea de que debilita la motivación para mejorar, cuando en realidad, la investigación sugiere que la crítica constructiva es más eficaz. Asimismo, la autocompasión no es simplemente autoindulgencia, ya que ayuda a manejar el agotamiento y a cuidar mejor de los demás. Por otro lado, no se limita al autocuidado. Según Steven C. Hayes, psicólogo clínico, implica empoderar a uno mismo para sentir y ser auténtico.
Para desarrollar autocompasión, se sugieren varias prácticas: hablarse con amabilidad, tratarse como a un amigo, practicar un "descanso de compasión" (quizás con técnicas como el Método RAIN), reconocer y permitir las emociones, y explorar cómo estas afectan al cuerpo. También se recomienda nutrir esas partes que sufren, ya sea con perdón o mensajes amables. Finalmente, compartir esa autocompasión con los demás, incluso a través de acciones como el voluntariado, puede enriquecer nuestra experiencia.
Vía La Nación
DCN/Agencias