Con un panorama marcado por un oficialismo que se siente fortalecido, la oposición venezolana enfrenta el reto de una reestructuración que le permita conectar de nuevo con la ciudadanía. Las recientes elecciones regionales y parlamentarias estuvieron inicialmente bajo la influencia del llamado a no votar de María Corina Machado, respaldado por la Plataforma Unitaria, debido a la percepción de que serían una “farsa” diseñada para legitimar a Nicolás Maduro.
El debate sobre la participación destacó las divisiones en la oposición. Según el politólogo Piero Trepiccioni, se necesita un proceso de reconfiguración y un esfuerzo por reconstruir la viabilidad política en el país. La politóloga María Puerta Riera, por su parte, expresa que la oposición sigue fragmentada y que las futuras opciones dependerán de su capacidad para unirse y movilizarse.
Ambos analistas coinciden en que el país demanda acciones inmediatas y soluciones concretas a problemas reales. Trepiccioni subraya que la desconexión entre la realidad cotidiana de la gente y la narrativa política es evidente.
La reciente jornada electoral evidenció la desmovilización ciudadana, con centros vacíos y cifras de participación poco creíbles. Desde la clandestinidad, Machado interpretó los resultados como una “victoria” por la desobediencia civil, mientras que Edmundo González Urrutia instó a la dirigencia a reconocer el cambio en el sentimiento popular.
Henrique Capriles lamentó la abstención, atribuida a maniobras del régimen, y Manuel Rosales exigió claridad sobre las políticas de quienes promovieron la abstención. Magalli Meda, jefa del Comando con Venezuela, concluyó que la organización será clave en la lucha por el cambio, con el apoyo internacional necesario para debilitar el poder actual.
DCN/Agencias