Investigación muestra que el horario de las comidas impacta la salud metabólica en los niños.

La investigación realizada por la Universidad Complutense de Madrid resalta la importancia de mantener un horario restringido de comidas, sugiriendo que los niños deben alimentarse en un período menor a doce horas diarias para prevenir la obesidad infantil. Este estudio, de enfoque observacional, indica que cenar tarde está relacionado con una dieta de menor calidad en la infancia.

El análisis, divulgado en la revista Pediatric Obesity, enfatiza que no solo cuenta qué consumen los niños, sino también los horarios de sus ingestas. Este aspecto es parte de la crononutrición, que investiga cómo el momento de la comida impacta el metabolismo.

Viviana Loria-Kohen, investigadora del grupo VALORNUT de la Facultad de Farmacia de la UCM, señala que aunque el interés por la crononutrición ha aumentado, la mayoría de los estudios se han centrado en adultos. La información en niños es limitada debido a la dificultad en la recolección de datos y la realización de investigaciones en este grupo etario.

Los hallazgos indican que las ventanas de alimentación que superan las 12 horas están asociadas con niveles desfavorables de glucosa y colesterol, además de índices aterogénicos, que son marcadores del riesgo de enfermedades cardiovasculares en el futuro. Igualmente, se observó que tanto el desayuno como la cena tardía se conectan con una calidad dietética inferior.

La World Obesity Federation estima que para el año 2035, dos de cada cinco niños y adolescentes de entre 5 y 19 años tendrán sobrepeso u obesidad, según reportes de agencias internacionales.

El grupo de investigación propone continuar esta línea de estudio, incorporando variables como el cronotipo (preferencias de actividad física matutina o nocturna), la duración de las comidas y los niveles de melatonina, para entender mejor cómo el reloj biológico afecta la salud desde la niñez.

DCN/Agencias