La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) de Estados Unidos ha revocado la licencia N° 41 que permitía las operaciones de Chevron en Venezuela, reemplazándola con la 41A. Esta nueva licencia prohíbe a Chevron realizar negocios con el Gobierno venezolano y Petróleos de Venezuela (PDVSA), exigiendo que la empresa cierre sus operaciones en un plazo de 30 días.
El 1 de marzo se había creado cierta expectativa cuando no hubo anuncios de cambios, lo que llevó a algunos analistas a pensar que podría haberse extendido la licencia por seis meses. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente. Chevron, que llegó a producir 230.000 barriles diarios, representaba aproximadamente el 25% de la producción total del país, y su salida tendrá efectos significativos en el sector.
Expertos consultados han señalado que con la salida de Chevron, las operaciones pasarán a ser gestionadas por PDVSA, que no cuenta con los mismos recursos para mantener la producción. Se prevé una reducción en la producción y la necesidad de ver si PDVSA podrá comprar diluyentes a otras fuentes sin recurrir al mercado negro.
La salida de Chevron representa una pérdida importante de ingresos en divisas que anteriormente aportaba la empresa, lo que podría impactar la inflación y el acceso a dólares para importaciones. Además, se ha planteado la posibilidad de que otras licencias, como las de Repsol y Maurel & Prom, también se vean afectadas, aunque aún no está claro.
En resumen, la situación plantea un futuro incierto para la industria petrolera venezolana y su economía en los próximos meses.
DCN/Agencias