Esposa del ex GNB asfixiado por cinco PNB denuncio que a su esposo lo asesinaron delante de ella

Horas después de sepultar los restos de su esposo y padre de sus dos niñas, Enmanuel Piñeiro (28), en el cementerio Corazón de Jesús de La Limpia; Abril Morón relató a Versión Final el momento más traumático y doloroso de su vida: presenció cómo cinco policías nacionales bolivarianos mataron con sus propias manos al pilar de su familia.

El infierno comenzó a las 5:30 p.m. del viernes 12 de mayo, luego que recibiera una llamada de la esposa del abogado e instructor de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes), Luis Antonio Medina, a quien hace tres meses le pagaron $ 300 para atender un caso familiar.

“Mi hermana estaba solicitada por un tribunal y él (Luis) nos estafó, porque no podía representarla legalmente ya que ella no está en Venezuela, vive en otro país. Yo no sabía, igual él me dijo ‘yo la represento, no te preocupes”, contó.

Luego de tres meses exigiendo el dinero de vuelta, tiempo en el que acudieron cuatro veces a la casa de Luis, en la calle 33 del barrio San José; su esposa, contactó por teléfono a Abril: “Luis ya llegó, ven que no me gustan los problemas”.

Los Piñeiro-Morón confiaban en Luis porque tiempo atrás los representó jurídicamente cuando Enmanuel estuvo solicitado por desertor. Él era guía can de Guardia Nacional, del Comando Antidrogas en Lecherías, Anzoátegui. Su perro murió, entró en depresión y pidió su baja. Pero nunca supo que estaba solicitado.

Luis puso a derecho a mi esposo con la justicia y lo libró de toda esta situación. Buscamos sus servicios porque nos extorsionaron unos policías del Sipez (Cpez). Le dieron de medida cautelar de presentación mensual y una carta de exclusión del sistema policial, y él lo llevó con Luis al Cicpc para que lo eliminaran”, acotó.

El fatídico viernes 12, a las 9:30 p.m., apenas cerraron el local de víveres que ambos administraban en su vivienda, en Milagro Norte, Enmanuel y Abril llegaron en su Hyundai Accent de dos puertas a la casa de Luis en el barrio San José.

“Llegamos a su casa y su esposa estaba sentada en el frente con un muchacho. Mi esposo estaba enfermo, tenía las hemorroides inflamadas, no podía ni siquiera caminar bien. Ella se metió e imagino que le dijo a Luis que estábamos en el frente, y él le diría a los funcionarios de la PNB que ya habíamos llegado.

En el momento que ella entra y sale, inmediatamente sale la patrulla, se bajan los funcionarios agresivos y nos dicen que estamos detenidos, nos gritan: ¡Nos vamos al comando!. Nos quitaron todas las pertenencias. Quedé impactada, yo sabía que él tenía influencia porque trabaja como instructor de la Unes.

A mi esposo lo matan allí mismo en el frente de esa casa, ellos piden refuerzos porque y que nosotros teníamos resistencia. Yo sentí miedo porque ellos nos dicen: ‘Nos vamos al comando’, y le pregunto por qué, y ellos nos dijeron que teníamos una denuncia. Que nos íbamos al comando. Yo llamo  por teléfono a mi papá y le digo que estaba a que Luis, el abogado, y que nos llevaban presos.

Cuando yo estoy llamando, mi esposo todavía me dice: ‘Llama a la fiscal’, porque él creía que era por lo de su deserción y pensó que estaba solicitado. Pero yo primero llamé a mis familiares para que supieran que nos llevarían al comando.

Los policías que hoy están detenidos le caen encima a mi esposo. Vi que entre todos lo agarraron y lo pusieron boca arriba, en ese momento él pataleaba, lo estaban asfixiando, mi esposo murió por asfixia mecánica, lo sueltan y cae al piso.

Yo los estoy viendo desde la patrulla, yo lo llamaba, yo le gritaba por su nombre: ‘¡Enmanuel!, ¡Enmanuel!’, y nada, estaba inconsciente. Ya mi esposo estaba muerto. Ya ahí  a mí esposo lo habían matado.

Cuando yo estoy en la patrulla me quitan todas mis pertenencias. Mi teléfono, el teléfono de mi esposo, el monedero, todo. El carro estaba ahí pero me quitaron las llaves y se lo llevan.

Me llevan al comando del DIP que está por Las Banderas. A mi esposo no lo llevan directamente al hospital, primero nos llevan a ambos para el comando. A mí me bajan de la patrulla y me ponen en un rincón, me gritan que mire a la pared.

Y yo solo hacía era gritar el nombre de mi esposo, a ver si al menos me respondía. Pero nunca tuve respuesta. Lo único que escuchaba era decir a los policías: “Este maldito pesa mucho”. Lo vuelven a montar en la patrulla y, supuestamente, se lo llevan al General del Sur. Ya cuando mi esposo llega al hospital no tenía los signos vitales, querían que le dieran los primeros auxilios, pero mi esposo estaba rígido. No podían hacer nada.

A mí luego me llevan detenida a un comando que está por La Coromoto. Yo les suplicaba llorando que me dieran información de mi esposo. Me entró una crisis y me llevaron al Hospital Universitario. Allá me inyectan en ambos brazos, hasta que vuelvo en sí, me estaba ahogando. Preguntaba por mi esposo, pero no me daban respuesta de nada, me trataban mal. A mí lo que dio fue suplicar, pedirle a Dios.

«Tenemos dos hijas, una de 5 años y otra de 2 años. Yo no me explico tanta crueldad, se ensañaron con nosotros como si fuésemos los peores perros de este mundo. No le sé decir dónde está Luis ahorita. Él tiene que ser aprehendido al igual que los policías y su esposa, porque fue su cómplice.

El pronunciamiento del fiscal general nos dio esperanza, se tiene que hacer justicia, esto no puede quedar así. No se imaginan por donde nosotros vivimos, lo que le ha dolido a vecinos y clientes, porque ellos sabían quién era Enmanuel. Lo conocían, sabían que no era mala persona. La gente no cree esa injusticia.

La esposa de Luis dijo en la supuesta denuncia que mi esposo la había amenazado, que nosotros conocíamos gente y que si ellos no nos pagaban el dinero nos iban a matar. Colocaron muchas mentiras en el acta policial, dijeron y que mi esposo agredió a la esposa del abogado y es falso. Nosotros nunca tuvimos algún enfrentamiento con la señora, cuando nosotros hablamos con la señora ella estaba desde la puerta de su casa y hablamos afuera en la calle”.

 

 

Con información de Versión Final.

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