La importancia del agua, más allá de saciar la sed. Por Alexis Bonte

Quitar la sed es, evidentemente, una de las funciones más valiosas y poderosas del agua. Los seres humanos podemos sobrevivir con unos pocos de sorbos de agua al día. No obstante, su vitalidad va más allá de eso. Sin agua muchas de las comidas que hoy sustentan buena parte de la alimentación mundial no existiría. Las dietas poco saludables y los actuales sistemas alimentarios hacen un uso exagerado del agua. Solo por mencionar un ejemplo: para producir un kilo de carne, se requiere alrededor de 15.000 litros de agua.

En 1993 la Organización de las Naciones Unidas designó al 22 de marzo como el Día Mundial del Agua, para crear conciencia e inspirar acciones para abordar y paliar la crisis global de este recurso. En línea con este propósito, en 2015 se estableció en la Agenda 2023 de la ONU el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, que se fundamenta en que para ese año todos los habitantes del planeta tendrían agua y saneamiento gestionados de forma segura.

La importancia del agua en el mundo se pierde de vista. 72% del planeta es agua, pero solo 3% de ella es dulce, sin la cual no se puede vivir. 75% de los alimentos son hechos de agua y 65% del cuerpo humano es agua, pero si deja de recibirla durante 3 días muere. En cambio, tomando agua, el ser humano es capaz de resistir hasta 3 semanas sin ingerir alimentos. El agua es vida, el resto es accesorio.

Pese a todos los esfuerzos y logos en esa materia, nos enfrentamos a un gran desafío: aún estamos muy lejos de alcanzar esta meta. Miles de millones de personas e innumerables escuelas, empresas, centros de salud, granjas y fábricas se ven restringidas porque aún no se han cumplido sus derechos humanos al agua y al saneamiento, según datos de las Naciones Unidas.

Existe una necesidad urgente de acelerar el cambio, de poner en marcha de manera eficaz y contundente el ODS 6. Cálculos de la ONU señalan que los gobiernos deben trabajar un promedio de cuatro veces más rápido para cumplir con este objetivo a tiempo. Sin embargo, ésta no es una situación aislada, ni que puede resolverse con solo un actor.

Es una tarea que debe asumir todo el planeta. En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, los países se comprometieron a participar en un seguimiento y revisión sistemáticos del progreso hacia el logro de los objetivos y metas ahí planteados.

El desafío

Datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) indican que para 2050 la población mundial alcanzará los 9.000 millones de personas, lo que representa un gran reto: garantizar comida para todos.

Se calcula que para atender a esa población se necesitará alrededor de 60% más alimentos, lo que se traduce, evidentemente, en más demanda de agua. Con una población creciente, que basa su dieta fundamentalmente en productos “hambrientos de agua”, debe hacerse todo lo posible para mejorar la forma en que utilizamos el agua en la agricultura y aprovechar al máximo unos recursos hídricos limitados.

En este sentido, el aporte de la FAO en la consecución de estos propósitos va orientado a usar el agua en la agricultura de manera más eficiente, equitativa y respetuosa con el medio ambiente. Es indispensable producir más alimentos con menos agua; crear resiliencia en las comunidades agrícolas para hacer frente a inundaciones y sequías; y aplicar tecnologías de agua potable que protejan el medio ambiente.

La FAO calcula, por ejemplo, que las tierras de regadío en los países en desarrollo se incrementarán 34% para 2030, pero la cantidad de agua utilizada por la agricultura aumentará tan sólo 14% gracias a la mejora de la gestión y las prácticas de riego.

El mijo contribuye

Este cereal, poco conocido en el mundo occidental, es un aliado en pro de garantizar la seguridad alimentaria, con poca agua. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró al 2023 como el Año Internacional del Mijo, con el propósito de crear conciencia sobre sus beneficios nutricionales y de su capacidad de proveer alimentos en zonas áridas.

Con frecuencia, se trata del único cultivo que puede cosecharse en temporada seca, porque puede cultivarse en condiciones climáticas adversas y cambiantes, dado que puede crecer en tierras áridas con una cantidad mínima de insumos. Esta característica le otorga otro valor agregado al mijo, pues con una producción sostenible podría convertirse en una estrategia para crear sistemas agroalimentarios menos demandante de agua y más amables con el ambiente.

En Venezuela el mijo puede ser cultivado en una amplia variedad de suelos y ambiente. Las áreas de mayor potencial son Lara, Falcón, las depresiones de los lagos de Maracaibo y Valencia y algunas zonas de los llanos occidentales, centrales y orientales. Este potencial da un respaldo significativo al impulso de producción del mijo en el país, y contribuye a dar un uso cada vez más eficiente y consciente al agua.

 

Nuestro compromiso

Para celebrar el Día Mundial del Agua, este año las Naciones Unidas promueve la participación de todos, e insta a que seamos el cambio que queremos ver en el mundo. En este contexto, recuerda que: tomar duchas más cortas, cerrar el grifo mientras no se necesita el agua, no tirar restos de comida por el desagüe, comprar alimentos locales, de temporadas y que no requieran mucha agua para su producción. Éstas son acciones que todos podemos poner en práctica cotidianamente. Pese a que son pequeñas y fáciles de ejecutar, su impacto es poderoso y contundente en pro de alcanzar el ODS 6.

Adicionalmente, las políticas de conservación de agua en los paisajes de montañas y llanos son necesarias, pues ayudan a reducir la erosión y facilita la infiltración del agua en los suelos, lo que los hace más aptos para el cultivo de diversos alimentos.

El Estado venezolano está sensibilizado con la necesidad de dar un uso eficiente al agua, pues el 9 de junio de 2021 aprobó en primera discusión el proyecto de Ley Orgánica de Aguas, la cual tiene por objeto establecer las disposiciones que rigen la gestión integral de las aguas, su calidad, cantidad, sus usos, su acceso como un derecho humano fundamental, la prestación de sus servicios, potabilización, distribución y saneamiento.

Esta norma forma parte de la hoja de ruta que todos los habitantes del planeta debemos seguir en pro de lograr que para 2030 todos tengamos agua y saneamiento gestionados de forma segura. El agua es vital en nuestra vida, por eso merece y requiere nuestra atención. Por las generaciones futuras, se debe utilizar de manera sostenible y razonable para no dejar a nadie atrás.

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