La abolición del ejército. Por: Luis Velázquez

Los habitantes de Costa Rica en el año 1948 y su gobernante de turno, el Dr. José Figueres Ferrer, tomaron una sabia decisión, de dimensiones históricas. Ejemplarizante, para el mundo y el futuro de la democracia: abolir para siempre el ejército.

De allí, viene esta ola virtuosa, de ser un país garante de los derechos humanos, de la libertad, de la estabilidad política, la transparencia electoral y el ahorro de un alto porcentaje del presupuesto Estatal. En vez de gastar en armas y cuarteles, la inversión creció en educación y obra pública.

La herencia al país con esta decisión fortaleció su carácter civilista y es ejemplo democrático en estos tiempos, donde un país vecino es atropellado por un ejército de gorilas y cachalotes: la diferencia geográfica entre Costa Rica y Nicaragua es mínima, pero abismal en el desarrollo del Estado y el bienestar de sus ciudadanos.

Venezuela: Ejército de delincuentes.

Dejamos de ser artífices de logros libertarios al producirse el desmembramiento institucional de nuestras fuerzas armadas.

El chavismo ha comprado una estructura de Generales de las más numerosas del mundo: dos mil déspotas, opresores, en su mayoría mal formados, carentes de toda ética institucional y garantes de una tiranía que los ha convertido en poderoso instrumento del narcotráfico, donde los cuarteles son los depósitos de las drogas que transportan libremente para su exportación.

El ladronazgo militar se traslada a la distribución de alimentos, divisas, materias primas, incluída la minería, cuyos altos cargos castrenses rinden honores al hijo del tirano, conocido como «el zar de la minería».

Ejercen el control real del Consejo Nacional Electoral, donde conforman la mafía conocida como «los roba votos». Son los jefes del crimen organizado transnacional y especialistas en el contrabando de la poca gasolina que llega al país.

Las empresas Estatales han sido saqueadas por los Generales que controlan todas sus actividades, sin respetar los preceptos constitucionales.

Acabar con el mal.

A la caída de esta tiranía, se impone un gran esfuerzo. En primera instancia, plantear una reforma constitucional para modernizar la institución, que debe dedicarse exclusivamente a la defensa del país y prohibir su  participación en las estructuras Estatales ajenas a su específica función.

Igualmente, se debe legislar de urgencia para transformar las leyes como la referida a la seguridad de la Nación, una nueva ley orgánica de la Fuerza Armada Nacional. Entre tantos desafueros se contempla la creación de «la milicia», grupos armados, colectivos, al servicio del partido que usurpa el poder: este cuerpo armado viola la propia constitución de 1999, en su artículo 324, donde se señala : «La Fuerza Armada Nacional, es la única que puede poseer y utilizar armas».

A todo esto se suma la imposición de militares extranjeros en campos estratégicos para la seguridad del país. Los dos mil generales obedecen órdenes de 4 altos jefes: cubanos, rusos, iraníes y chinos, compartiendo el pastel que ofrece el gran saqueo.

Dios mediante, algún día, tomaremos una decisión semejante a la de Costa Rica.

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