La subversión de los valores de Occidente. Por Albert Geovo

A lo largo del tiempo y de la historia narrada se tienen oscilaciones entre episodios de luminosidad y de oscuridad. Dicen las profecías que en los últimos tiempos, se estará viviendo el mayor momento de abundancia de conocimiento.

Así sucede en este momento de desarrollo tecnológico científico, superior a los últimos veinte siglos; esto se debe precisamente a ese fenómeno de los medios alternativos de comunicación, que a pesar que las mayorías no tienen el control de los mismos, es mucha la información, salvando la desinformación, que se filtra por los mismos con o sin control de los dueños de los medios.

No obstante, está situación viene trayendo temas sensibles como la institución de la familia, los principios de la religión, la ética, la moral, el trabajo, la seguridad y los derechos fundamentales de todas las personas, la religión, el origen de la creación, ya que muchos de estos elementos esenciales de toda sociedad, están siendo vulnerados y lo que es peor, transformados, no desde ahora sino que muchos de estos elementos y principios, vienen siendo alterados en la narrativa durante siglos de historia, todo de acuerdo a los intereses corporativos del modelo de Estado totalitario, frente al interés general de los ciudadanos.

Resulta asombroso que en menos de un siglo, la Iglesia cristiana, viene dando un giro en el sentido de sus principios, hace no más de un siglo las encíclicas de León XIII hacía reflexionar sobre la familia, como institución debidamente constituida por un hombre y una mujer, con el objeto del ministerio de la Fe, la enseñanza y la procreación, además del trabajo; hoy ya eso quedó relegado por doctrinas e ideologías sectarias colectivistas, dentro de las que podemos mencionar el ecologismo, la ideología de género, entre las tantas tácticas, contrarias a los principios originarios de la creación que sobrellevan cada vez más a una sociedad enferma, cansada y trastornada por la “información”.

Pero no sólo se viene transformando los valores y principios de la familia, sino del género, la raza, la historia, las tradiciones, los roles, la educación, filosofía y por si pareciera poco, el amor.

Ya denunciaba la filosofía aristotélica que las razones planteadas por Sócrates y Platón en La República, no sólo eran utópicas, sino imposibles de llevarse a cabo, sin devanar en tiranías; fue por medio del  pensamiento democrático, que se sostuvieron todas las instituciones morales y políticas en la doctrina, además, que se hizo frente a las demagogias colectivista, hasta mediados del siglo pasado, salvo algunos casos aislados de eugenesia, como por ejemplo Suecia, que en aras del reconocido y aspirado por los gobiernos del mundo, el Estado de Bienestar, sostuvo una política eugenésica, contra su propio pueblo, constituidos básicamente por los estratos económicos bajos, en los que se perseguía a lapones, mezclas de razas finlandesas, mongoles, tártaros, es decir, pueblos originarios de esas tierras que quedaron reducidos, tales civilizaciones a meros nómadas; o en la otra acera, la política de los gulags llevadas a cabo por el régimen soviético,  punto que se tratara de no tocar en este momento, pero que ha sido clave de los numerosos escándalos de genocidios, contra los pueblos aborígenes de las naciones empobrecidas a través de modelos de adoctrinamientos políticos colectivistas.

En consecuencia, en menos de cincuenta años, se retrocedió siglos de desarrollo del pensamiento religioso, social y filosófico, no sólo contrario a los derechos naturales, sino qué, lo peor es omitido hasta por las autoridades, especialistas, eruditos de las ciencias sociales, unos por desconocimiento, otros por pereza en investigar y existen un grupo reducido de iluminados que ni entran ni dejan entrar, sino que son parte de la conjuración contra los derechos morales, la libertad, dentro del marco de las instituciones y los valores de Occidente.

¿A qué se debe tal desconocimiento? Al motivo de interés, por parte de los centros geopolíticos, ocultar calamidades por las que atraviesan las naciones, bien sea, por guerras, experimentos sociales, nefasta  ciencia, que en el fondo sólo buscan el objetivo de reducir la población, ya advertido en el informe Kissinger; cuando se observa que pocos, en la generación actual, tienen familias numerosas e incluso hijos; por tanto, confirma que las documentos desclasificados sobre el punto de no reproducción, ha venido surtiendo efecto en la conducta de la presente generación por diferentes causas sociales, económicas, médicas, y hasta religiosas.

Para terminar, hace menos de cincuenta años, pensar que un gobierno centralista, megalómano y totalitario, abarcaría todos los rincones de la tierra, era una cosa casi imposible de pensar, un tema más bien de novela de ciencia ficción o dibujos animados;  hoy no sólo se piensa, sino que en los hechos la humanidad se encuentra introducida, en un infame escenario totalitario, tal vez peor a las tiranías de las civilizaciones persas o babilónicas que nos revela la historia; que si no es por la irrupción de la expansión del imperio alejandrino con la divisa de la democracia perfectible en el tiempo junto a los valores cristianos, se tuvieran siglos de experiencias de oscurantismo demagógico.

 

 

 

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