Gobiernos de odio. Por Eneida Valerio

Las emociones de los ciudadanos desde hace varios años de manera sostenida y progresiva, se han convertido en objetivo de control de distintos gobiernos definidos como comunistas o progresistas, dónde el mantenimiento del poder, fundamenta todo cuanto se haga en tal sentido. Ejemplos, muchos y cada uno, desliza sus actuaciones desde Europa Asia y América Latina, trastocando la forma de hacer política.

Gobiernos para controlar a través del miedo las actuaciones populares. Regímenes, que dejaron la libertad para asomarse como férreos controladores de las poblaciones gobernadas y que pretenden en consecuencia, someterla con miedo y severos riesgos para quienes se atrevan liderar protestas y convertirse en esclavos reiterados de violaciones de sus derechos humanos.

La situación, se ha tornado peligrosa y países con leyes llamadas, contra el odio constituyen, una apología al miedo y terror. Son leyes que reafirman la carga de odio para sectores que pretenden excluirse de la población donde se incluyen, aspectos ideológicos, étnicos y culturales, entre otros.

El control de las emociones, controlan el poder de forma devastadora, basado en la desinformación, herramienta que impone en la comunicación confusión previamente establecida.

Perú, con un presidente, que pone en tela de juicio, su decencia gubernamental, es un ejemplo reciente de la siembra de odio en la población para someterla. La inestabilidad política del país, abona rápidamente las pretensiones de sus gobernantes, marcados por intensos odio desde Fujimori.

Bolivia, es una aberración visto en el escenario del expresidente Evo Morales, contrincante acérrimo del presidente actual y con el agravante que siendo de su propia tendencia, pretende defenestrarlo. Antes, logró poner en prisión a la breve presidenta Jeanina Añez, acusada de golpista contra su gobierno, cuándo renunció como resultado de serias manifestaciones públicas, ante las dudas de su triunfo amañado con saña. Morales, es un gobernante revestido por la oscuridad de sus actos.

Chile, no es la excepción. Estaba listo para encarar desafíos mas halagadores en su crecimiento económico y político, pero cayó abruptamente con los recientes sucesos que dan al traste con los logros anteriores y cuyo gobierno presidido por un joven inexperto, que, de una vez ganadas las elecciones, sometió a consideración de la población, un proyecto de nueva Constitución. Perdió de forma contundente la consulta y sigue debatiendo su futuro, con una severa carga de odio entre los mismos chilenos que tienen serias fracturas sociales.

México, en manos de López Obrador, es una descalabrada experiencia de estos gobiernos del odio. Cansado y agotado sus discursos, los engalana con el pasado de la conquista hispana para enfrentarse con España. Regresar a procesos históricos para revivir el odio, toca las fibras de la esencia mexicana. MLO es un calco  desagradable y contradictorio, tocado por fuertes escándalos de corrupción y con una práctica ruin de la política.

El Salvador, con Bukele, conspicuo  representante de las promociones populistas recientes, consideró que acabar y apresar a las “maras”, bandas que sacudieron por años la tranquilidad de su país, era suficiente para antes de tiempo, anunciar su reelección. Allí en las “maras,” está su mensaje de odio a la población salvadoreña. Si acabó con estas bandas, ¿cómo no intentarlo con quienes se le oponga?

Argentina, una vergüenza sus dos Fernández. Sin nada que mostrar que no sea el sometimiento de las reacciones que cuestionan su desteñida gestión, añadieron violencia a su discurso triste y vacío con el intento de magnicidio contra la vicepresidenta. Claros mensajes a quienes se atrevan a retarlos. Así desvirtúan el escándalo de prisión sobre  Cristina Kirchner, conforme tribunales competentes por defraudación al fisco argentino.

Venezuela, tiene una Ley de Odio, para justificar sanciones ejemplarizantes contra, quienes trabajan y aspiran mantener sus canales informativos. Con esta Ley, varios han sido sancionados. Los discursos de los gobernantes, exacerban el miedo y castran al ciudadano. Venezuela tiene una larga y pesada carga de violaciones de derechos humanos. Venezuela, resume un poco y al inicio de la oratoria de sus dirigentes, de cuanto pueda ocurrir en Colombia.

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