Vacunación cae en Venezuela entre déficit de dosis y desinformación

Mercedes Vera busca vacunas contra la hepatitis B para su bebé de 2 meses en Venezuela, donde las tasas de inmunización básica experimentan un alarmante retroceso.

«Ha sido muy complicado. Camino aquí y camino allá y no las consigo», contó a la AFP esta mujer de 28 años de edad, con su niña en brazos, en un punto de vacunación estatal en un parque del centro de Caracas.

El déficit de vacunas en el sistema de salud pública y la falta de información en torno a campañas estatales, con madres como Mercedes peregrinando por centros habilitados sin saber dónde encontrar las dosis que necesitan sus hijos, han llevado las tasas de inmunización regular por debajo del 95% requerido para evitar brotes, de acuerdo con los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

No llegan a 80%, según la OMS, tras cinco años de caída.

La cobertura contra la poliomielitis, por ejemplo, es de alrededor de 50%, dice la pediatra María Graciela López, miembro de la Sociedad Venezolana de Infectología, que cita cifras de la OMS, pues el Ministerio de Salud dejó de divulgar indicadores en 2016. «Nos pone en un riesgo bastante delicado de reemergencia de esta enfermedad», advierte la especialista.

Y la vacunación contra el rotavirus y el neumococo es inexistente en la red pública. Solo hay dosis en el sistema privado por entre 60 y 100 dólares, lo que se hace cuesta arriba para muchas familias cuando la canasta alimentaria multiplica más de 15 veces el salario mínimo, diluido por la inflación.

«Desde 2017 no hay disponibilidad de las vacunas contra el rotavirus, primera causa de diarreas y mortalidad en niños menores de 1 año, y el neumococo, primera causa de neumonía, meningitis y otitis en niños menores de 5», lamenta López.

El gobierno de Nicolás Maduro, que denuncia dificultades para comprar vacunas por las sanciones de Estados Unidos, lanzó en julio una campaña para intentar frenar el retroceso, pero su difusión ha sido escasa.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), rama de las Américas de la OMS, respalda el plan, aunque el país perdió acceso a dosis de bajo costo del fondo de esa institución por una deuda de más de 12 millones de dólares.

El llanto de una bebé de 19 meses que comienza tarde su ciclo de vacunación esencial se oye en el ambulatorio de un barrio popular en Caracas.

Se llama Salomé. Tomó unas gotitas contra la polio y luego recibió cuatro inyecciones en los brazos y las piernas contra la difteria, el tétano, la influenza, la fiebre amarilla y el sarampión, la rubeola y las paperas. Aún le faltan cuatro vacunas fundamentales para un niño de su edad.

«¿Qué pasó? ¿Por qué no la habías traído antes?», le preguntó el enfermero a Marianny Reyes, la madre, al ver la tarjeta de vacunación vacía durante una jornada estatal de inmunización.

La mujer, de 27 años, calló.

«Me descuidé un poco, pues», dijo luego a la AFP.

Reina la desinformación sobre los centros de vacunación para las dosis básicas y regulares en un país que mantiene una campaña informativa sobre la inmunización contra el covid-19.

Enfermedades que estaban controladas, como sarampión o malaria, tuvieron rebrotes en los últimos años.

Lejos de la meta

La OPS envió 4,4 millones de vacunas contra la polio, la rubeola y el sarampión para la campaña estatal iniciada en julio, pero se desconoce cuál es la disponibilidad del resto de dosis esenciales y las metas aún se ven lejanas.

En el eje norte de Caracas, con 7 de las 22 parroquias de la ciudad, «deberíamos tener 60% de inmunizados y apenas llevamos 10%», explica la coordinadora de epidemiología del sector, Dennice Iriarte.

«Se nos ha hecho difícil porque las comunidades no están educadas», sostiene Iriarte, que reconoce que «quizás» hay fallas de divulgación.

Muchas veces, agrega, «o la mamá lo trajo tarde o el propio sistema llegó tarde».

Neyssa de Rivas asegura que «no ha tenido problemas» con la mayoría de las vacunas de Emmanuel, su hijo de 5 años, con dos excepciones: no tiene dinero para pagar las dosis privadas contra el rotavirus y el neumococo.

«Creemos en Dios, que los mantiene sanos», expresó.

 

 

 

 

 

 

Con información de El Nacional

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