Así fue el plan macabro del asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci en Colombia

Los capturados son Francisco Luis Galeano, Wendel Carrillo; Jeiverson Zabaleta, Marisol Londoño y Cristian Camilo Monsalve Londoño, estos últimos, madre e hijo.

Tras recibir medio millón de dólares por el asesinato del fiscal paraguayo Marcelo Pecci, los autores del crimen se delataron, ya que se dedicaron a la rumba, a comprar joyas, ropa de marca y otros artículos de valor que llamaron la atención por donde vivían y de las autoridades, que ya les seguían los pasos.

Se trata de una banda de sicarios que, al mejor estilo de los asesinos a sueldo, acabaron con la vida del fiscal antimafia paraguayo Marcelo Pecci; quedando al descubierto por sus excesos.

De acuerdo con un trabajo especial de Semana, la banda estaba compuesta por cinco personas, entre ellas un venezolano de 31 años, que fue quien disparó a quemarropa los tres tiros con pistola 9 milímetros.

También figuran una mamá y su hijo que fueron los campaneros encargados de seguir al fiscal Pecci y su esposa, Claudia Aguilera. Este par hasta se hospedó en el mismo hotel donde estaba la víctima.

Asimismo, otro sujeto que manejaba la moto acuática y, el último, era el jefe y el encargado de conducir el carro que los esperaba a pocos metros de la playa, en el cual se dieron a la fuga.

Un equipo multitareas se encargó de armar las piezas del rompecabezas. Actuaron en conjunto el equipo de investigación de la Policía y la Fiscalía, con el apoyo de las autoridades de Paraguay y de la DEA.

Gracias a este trabajo fueron identificando uno a uno y estableciendo el rol que cumplían en el plan criminal que segó la vida del fiscal antimafia.

Eso permitió que los hombres de inteligencia, en los últimos días, les respiraran en la nuca, llegaran hasta sus escondites en Medellín e incluso los siguieran por los barrios de la capital antioqueña, reseña Semana.

Tras la revisión de horas de grabaciones de interceptaciones telefónicas legales y registros de video de cámaras de seguridad, tanto en Cartagena como en Medellín, fueron identificados plenamente y capturados en la mañana del viernes.

En varias reuniones y ser contactados para eliminar a un «empresario», el negocio quedó cuadrado e incluso se llegó a decir que era una ‘vuelta’ fácil.

Los integrantes de la banda de sicarios nunca pensaron que su blanco era un reputado investigador que dio el golpe más importante que se les haya dado a las organizaciones narcotraficantes en Paraguay.

De acuerdo con la prensa colombiana, la banda de sicarios recibió el 5 de mayo las últimas informaciones sobre la pareja, antes de tomar camino hacia Cartagena.

Destacan que el asesino, al lado de uno de sus compinches, se había instalado en un modesto hotel del sector de El Laguito. Al día siguiente, la mamá y el hijo llegaron a otro hotel en una zona diferente para no despertar sospechas.

Se quedaron inicialmente del 7 al 9 de mayo. Mientras tanto, el otro compinche había alquilado un carro estándar para moverse por la ciudad sin llamar la atención.

La mamá y el hijo se mostraban como turistas y se dieron a la tarea de seguir mañana, tarde y noche a la pareja de enamorados.

Se hospedaron como una familia normal entre el 9 y 10 de mayo, en el hotel Decameron, en donde estaba la pareja. Su objetivo era no perderlos de vista ni un minuto, entre las pruebas recopiladas están los recibos de este hotel por un valor cercano a los 3 millones de pesos

De esta manera fueron dejando sus rastros, sin que ellos sospecharan, en las imágenes de video.

Sabían que el 10 de mayo era el día D,  esta era la clave que usaban entre ellos para ejecutar su plan siniestro.

Tenían claro que ese día el fiscal Pecci y su esposa terminarían las vacaciones y volverían a Paraguay.

Por su parte, el asesino y su cómplice permanecían el mayor tiempo resguardados, no se movían mucho de su hotel. Hicieron las estimaciones de cómo alquilar la mota, el trayecto y demás detalles.

La mañana del crimen siguieron a la pareja hasta que se sentaron a descansar, aprovecharon la oportunidad para matar al fiscal.

Las autoridades cuentan con registros de por lo menos 80 llamadas que cruzaron los miembros de la banda el día del crimen y el anterior a este.

La versión policial indica que al llegar al apartamento donde se refugiaban el sicario y uno de sus compinches, la sorpresa de las autoridades fue encontrar un altar con una especie de calaveras, comida, velas, amarres, propios de la santería cubana.

Al parecer lo utilizaban para buscar protección, pero no les dio resultado. Según la fuente citada por Semana en medio de su captura, los sujetos, no quitaban la mirada a esas figuras, buscando, al parecer, una explicación o un milagro del más allá.

 

Con información de La Nación.

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