Dictaduras de Pérez Jiménez y Maduro. Por Eneida Valeiro

Después de la caída de la dictadura de Pérez  Jiménez, las celebraciones tuvieron sus excesos como suele  ocurrir en estos hechos. Saqueos, venganza y humillaciones hacia quienes durante diez años, habían tenido estas conductas pervertidas contra la población que  supo con fuerza moral levantarse unitariamente y dar clases de voluntad indoblegable, para lograr su libertad.

El pueblo unido, en todos sus sectores incluyendo a las amas de casas; muchas viudas  pero con esposos  vivos en las mazmorras de la dictadura, fue capaz de contagiar a las  FAN para dar  el  golpe final a un tirano desbocado en abusos y  saña contra quienes se le opusieran. Hace 64 años el dictador se marchó, como se marchan todos.

Rómulo  Betancourt, regresó del exilio y expresó ante el país; “Fue una lucha  contra  el oprobio. Fue  una lucha  de resistencia” Sus gafas negras no se movieron para dirigirse al país en una cadena de radio con micrófonos inmensos que tampoco  se alteraron. Junto a Betancourt, llegaron otros  exiliados, vinieron desde distintos países. Llegaron para reconstruir un país minado  por la erosión invasiva de sus  derechos. Llegaron para darle al país, un viraje al triunfo. El 23 de Enero de 1958 significaba el inicio de un periodo  distinto, anclado en el rescate de lo vivificador y reconciliador que subyacía  en la necesidad de  elecciones que comenzaron a organizarse. El pueblo quería votar, luego del derrocamiento.

Wolfgang Larrazábal, presidente de la Junta de Gobierno, salido de la Marina, tomó nota. Unas elecciones ganadas por Rómulo Betancourt, quien en 4 años construyo más escuelas, más vialidad asfaltada, más liceos y más presas que en 10 años de Pérez Jiménez quien llegó al poder en 1948 como miembro de la Junta de Gobierno, luego de un golpe militar contra el insigne Rómulo Gallegos.

En 1952 en unas elecciones ganadas abrumadoramente por URD, se desconocieron los resultados y se erige P.J en Presidente. El militarismo, que ha devastado al país, se acercó de nuevo al poder. Pérez  Jiménez fue un autócrata, Se volvió personalista y gobernó con apego a sus consideraciones. Hay coincidencias históricas.

El caudillismo militar del siglo XIX irrumpe contra el Congreso en el periodo conocido como el monagato  y al asaltarlo, deja  mortalmente  herido a Santos  Michelena el gran hacendista y  diplomático. El mismo, del Acuerdo Pombo-Michelena. Incapaz de superar las heridas recibidas de aquel bárbaro  acto contra el Congreso, Michelena, rindió tributo a unos desalmados  militares  de montoneras, adueñados impunemente del país. Pretensión esta que ha permanecido por más de 200 años. Michelena, nacido en Valencia tenía 50 años y su brillo no pudo ser superado. La barbarie militar, la misma, históricamente comprobada.

Los militares han mostrado apego al poder más allá de sus  cargos y han sabido hilar  fino para resguardar sus cuotas de poder en manos de civiles. Ahora, en la absurdidad de su conducta ,están enseñoreados y  pelean por cuotas de poder entre grupos. Diosdado Cabello, se dice insistente pierde su cuota de años de revolución y va cediendo de a poco su poder tan fuerte como inconveniente.

En un ejercicio desmesurado de poder, Diosdado Cabello, en el choque  de imágenes de palabras altisonantes como la visualizamos, arremetió  contra un grupo de periodistas a quienes  calificó  de; ladrones en su programa del Mazo. Se Buscan, y exhibió el cartel para asestar mayor descalificación a sus víctimas  del día. Todas esas imágenes inútiles, llamaron la  atención hasta  de funcionarios de la Casa  Blanca, quienes  expresaron su franco  rechazo a tales desproporcionadas  agresiones. En Venezuela, se recogen firmas para repudiar su discurso de la indolencia, de estrecho vocabulario.

Hay un deterioro de la casta militar y un desgaste por cansancio de la población por tan infecundos liderazgos. Esta  casta de privilegiados disfruta cargos ministeriales y buena parte de la Administración Publica. Cuando Pérez Jiménez, era mayor el número de altos oficiales frente a subordinados. Ahora, 64 años  después pasa lo mismo. Son casualidades y coincidencias aunque  muy infelices.

El Ministro de la Defensa, parece  el cansancio agota su frente, ante las dificultades para recuperar territorios  en pie de  guerra por los lados de Apure con la  guerrilla y narco guerrilla en lucha frontal por el país. El país, languidece  y las apuestas por el control de  parcelas de poder no cesan pero, enseñan sus  cascarones huérfanos de resultados. Así casualmente,  eran aquellos inicios  desvastadores de la dictadura de Pérez  Jiménez.

El presidente militar, llegado desde el Táchira donde nació, debía entregar su mandato en 1957. Se negaba, se dice que aquel régimen torpe  fue falto de iniciativas e ideas. Organizó  un plebiscito donde se  declaró ganador para seguir usurpando el poder con mano dura. Solo, pudo disfrutarlo pocos meses.

Enero de 1958, marcó  la fecha final de abusos y arrebatos, marcó la ida sin retorno. Moría un desgaste devenido desde hace un buen tiempo. Andrés Eloy Blanco, lo relataba desde su prisión  y el país, ardía en un pequeño pasto penetrado en toda la porosidad de su piel por quienes socavaron  la tiranía entre papelitos y mensajes escritos hasta en los brillantes y plateados que todavía envuelven los variados cigarrillos de todos los gustos. Venezuela, sería libre. El presagio.

AD,dejaba sus mártires. Un martirologio  de memorias sembradas a la luz  de los acontecimientos  inclementes que no cesaban de acechar en la oscura conciencia de los  hombres de la Seguridad Nacional, dirigida por Pedro Estrada, uno de los más temibles y aborrecibles.

Cuando leemos, escuchamos y hacemos abstracción para reaccionar al fracaso de 22 años, podemos señalar el paralelismo histórico.

Una crisis humanitaria sin  antecedentes similares nos erosiona hace tiempo. Violaciones de derechos humanos, que al inicio de semana trajo un nuevo pronunciamiento de la ONU condenatorio del gobierno venezolano, por no observar las recomendaciones dadas para mejorar esta situación. A lo mejor, tenga relación con el plazo dado por la CPI hasta abril para responder a serias violaciones objeto de la investigación en marcha.

Cuando se  cambia un entorno militar que por  varios años no ha disputado el poder, cuando hay temores porque Barinas, es una realidad tangible e impensable hasta el día de su victoria, y cuando el lenguaje del odio no cesa y encrespa sus aguas turbias para aclarar la memoria de aquellos jóvenes idos en el fragor  de las luchas libertadoras, entonces, vemos que este paralelismo es muy particular y parecido y se habla  con frecuencia de transición. Llama la atención.

 

 

Eneida Valerio Rodríguez

(@eneidavalerio)

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