Libertatis. Por Eugenio Montoro

La libertad es un tema fascinante y atado a la historia de la humanidad. Las definiciones clásicas son de este estilo “Facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad”. La palabra viene del latín, libertas, libertatis, como la capacidad humana de actuar por voluntad propia y en inglés, freedom, que curiosamente es de raíz indoeuropea que significa “amar”.

 

La idea de libertad como “poder hacer lo que uno quiera” es imprecisa pues evidentemente la naturaleza y la misma sociedad ponen coto. Usted tiene la libertad de tirarse desde un décimo piso, pero evita hacerlo pues sabe que, por leyes naturales, no le irá bien. De igual manera usted es libre de caminar desnudo en un terminal aéreo, sin embargo, casi de seguro, alguien le llamará la atención y posiblemente se lo lleven preso. Aun así, la libertad es la posibilidad de elegir entre varias opciones y cuanto más mejor.

 

Pero lo cierto es que no vivimos solos y entonces la libertad debe ser moderada en beneficio colectivo. Bien conocido es lo de “la libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique al otro”.

 

La libertad es tema obligado de los filósofos y no son pocas las diferencias de opinión. Locke la define como el fundamento de una sociedad organizada producto de un pacto de gobierno. Kant la concibe como una capacidad de auto legislación. Spinoza dice que el hombre libre es el que vive de acuerdo a la razón. Nietzsche critica al rol de la sociedad pues transforma al individuo en reflejo de la opinión imperante y, por tanto, deja de ser libre.

 

La libertad en la religión también tiene sus condimentos. Los acuerdos y creencias fijan una forma de comportamiento esperado para los seguidores de cada grupo. Por supuesto, al estar también inmersas en una realidad social que evoluciona en sus costumbres, han tenido que irse adaptando. La Iglesia católica, por ejemplo, pasó de ser muy poderosa, restrictiva y enjuiciadora en la edad media, hasta una de nuestros días mucho más permisible, tolerante y amigable. Una de las genialidades del pensamiento cristiano es la idea del libre albedrío de manera que ni siquiera el poder de Dios puede evitarlo dándole al humano una facultad supuestamente divina de libertad de decisión.

 

Sin duda, el tema de la libertad ha estado en el escenario político siempre y en su nombre se han hecho las más feroces guerras. La emancipación de todo el continente americano fue producto de la idea de ser libres de los gobiernos de Europa. También en todas las artes la libertad ha sido tema principal “La libertad Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.

 

En 1948 la organización de las Naciones Unidas aprobó un texto fundamental para la convivencia moderna que se vino a llamar la “Declaración Universal de los Derechos Humanos”. Aunque se aprobó sin problemas varios países se abstuvieron de votar. Suráfrica por el apartheid, los sauditas contra el derecho de cambiar de religión, y los países comunistas por el derecho de salir libremente del país. Allí en varios de sus apartados hace referencia a la libertad como valor fundamental. Todos nacemos libres e iguales, Todos tenemos derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad. Todos somos libres de circular y elegir residencia. Tenemos libertad para salir a cualquier país. Nadie será privado de su propiedad. Todos son libres en pensamiento y religión. Todos tienen libertad de opinar y expresarse.

 

Uno de los asuntos actuales es el grado de libertad que obtenemos con las diferentes formas de gobierno y cuál es el que más le conviene a las sociedades. Algunos opinan que cuando las sociedades son pobres y de poca educación lo preferible es tener un gobierno que supla las necesidades y evidentemente esto hace dependientes y con poca libertad a los ciudadanos. Esto pareciera tener algún sentido, pero para divertirnos nacieron las ideas comunistas en donde son los países ricos los que deben manejarse como pobres con un gobierno centralizador y ausencia de la libertad individual en pro de un supuesto beneficio comunal.

 

Este amargo tango comunista nos llegó a Venezuela y se creó, vía las mayores trampas, un gobierno centralizador, destructor de empresas libres, controlador de los medios de comunicación y sin estado alguno de derecho. Ha vuelto al país tan paupérrimo que pareciera ahora es lo correcto repartir bolsas de comida para atender al desastre que ellos mismos crearon.

 

Por fortuna Venezuela no es intelectualmente primitiva y existe un marcado interés colectivo en las libertades democráticas. Esto choca frontalmente con todos los intentos de dominación que se han creado y existe una lucha real por cambiar al gobierno. Los venezolanos detestamos ser oprimidos y, como decía el presidente Reagan, esto es igual a la causa y efecto en la física, cuanto más se expande el gobierno más se contrae la libertad.

 

Hay miles de razones para sacar a estos malandros del mando, pero quizás el de recuperar la libertad sea una de las de mayor importancia. Bolívar luchó por nuestra libertad y es tiempo de volver a hacerlo.

 

Eugenio Montoro

montoroe@yahoo.es   

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