Elecciones sin libertad. Por Carlos Ismayel

Desde el año 2016 la decisión del régimen madurista fue no hacer más elecciones, más o menos libres, en Venezuela. Después del revolcón que les dio la ciudadanía en los comicios parlamentarios de diciembre de 2015, los cubanos que asesoran a Maduro tomaron la determinación de cerrar ese ciclo y desde entonces lo que hemos tenido en nuestro país son fraudes tras fraudes.

 

Uno de los intentos por organizar una consulta que permitiera auscultar la opinión de los venezolanos respecto al régimen que impera en Venezuela, quedó frustrado en la mitad del camino del año 2016, cuando se recogieron millones de firmas que terminaron en el basurero del Consejo Nacional Electoral. Los asesores de Maduro le indicaron que cualquier elección o consulta libre la perdería y que por lo tanto había que pasar la página y asumir la cartilla que le había leído Fidel Castro a Hugo Chávez cuando le indico que “las dictaduras no se cuentan”. Pues bien, desde esa fecha todo lo que se ha consumado en nuestro territorio tiene marca de fraudes, y descarados además. 

 

Fue de tal magnitud la trampa que desde que Maduro se autoreeligió el pasado 20 de mayo de 2018, el mundo lo declaro ilegítimo y esa caracterización fue la que dio pie para que Juan Guaidó se convirtiera en el presidente interino de Venezuela conforme al artículo 233 de nuestra Carta Magna. En ese interregno el régimen trata de sobrevivir usurpando las instituciones públicas, valiéndose del respaldo de fuerzas militares y policiales que lo sostienen con base a métodos represivos, en un país en donde los medios de comunicación son silenciados, salvo que opinen para avalar la dictadura.

 

La descentralización fue desmontada y en marcha está el proyecto totalitario de Las Comunas que representará el puntillazo para las enclenques alcaldías y disminuidas gobernaciones de los estados. Todo lo manejan desde Miraflores en alianza con las elites militares que copan buena parte de los escenarios gubernamentales y tras bastidores tienen también sus hilos de poder los grupos irregulares que integran esa corporación criminal. 

 

Como contribución a las pretensiones continuistas y hegemónicas del régimen los llamados factores de oposición le obsequian en bandeja de plata a Maduro su deshilachada figura, que deja ver su maltrecha y debilitada estructura que dista mucho de aquella poderosa unidad que lo derroto en las elecciones parlamentarias de diciembre del año 2015. 

 

El resultado de este próximo domingo pareciera estar cantado, como es el caso patético y deplorable de los líderes del estado Miranda que compiten para ver quién es el culpable de la derrota que ellos mismos han construido con sus conductas personalistas y ajenas a un espíritu unitario de verdad, verdad. De ese desastre debe surgir una nueva conducción política que sepa organizar la resistencia venezolana y de al traste con ese régimen que no debería tener posibilidades de sostenerse por más tiempo. 

 

Carlos Ismayel

@CYsmayel

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