La familia, la sociedad y la pandemia. Por Luis Acosta

Después de la calamitosa pandemia, nosotros escribimos que  sus resultados y sucesos parecían disposiciones de Dios, por nuestros últimos acontecimientos y no tan buenos propósitos. Por lo tanto, queremos recordar que muchos años antes de la pandemia, se señalan los abandonos que se podían notar en el manejo de la familia y como se observaba el grave y mayor menoscabo en el conjunto de los resultados y pésimos resultados finales. De seguida deseamos desarrollar lo que venimos y seguimos sufriendo como historia o narración de lo que repetimos y nos viene haciendo tanto daño tanto a los diferentes autores y factores de la sociedad mundial a excepción de los nórdicos y algunos países europeos pero de escasa comparación a partir del orden de las poblaciones. 

En efecto, la familia llegó a ser , y es, tan importante que es la única y absoluta poseedora del principal núcleo de la sociedad.  Su dueñería, en este sentido, duró con fuerzas y orden hasta después de la Revolución Francesa que exigía posición y formación del colectivo tanto que mantuvo espíritu y poderío hasta cerca de nuestros días. Pero la sociedad o el conjunto de ciudadanos de entonces que tenía reglas de conducta, amor cívico, fue perdiendo el interés real y verdadero para sostener el hábito y la disciplina. Por ese defecto, el hijo se ausentó de su casa y prácticamente regresaba con concubino e hijos no legítimos sin compromiso de volver sino que sólo informaba a sus padres del proceso y andanzas que pensaba desarrollar sin considerar la merma de unión en su familia que se formaba abandonada. Agregado a esto, el padre no sentía ayuda sino pesadas cargas a sus espaldas. Asi,  sin compensacion de orden ni respeto, llega la explosion de la era industrial y los padres sienten y se alimentan del poder adquisitivo que se vuelca sobre sus economías: mandan insumos económico a sus casas pero se ausentan indolentes y sin vigilar la suerte de ella que queda sin dolientes ni direcciones adecuadas.

surgen así los hermanos que no estaban programados y las madres que no se conocen. Las crianzas son distintas, no hay padres mientras la sociedad se fue acostumbrando al régimen del concubinato, a los hermanos a verse cuando se consiguen por coincidencias o después de 20 años o eventos universitarios que no siempre los identificaba como hermanos. De suerte pues, que ese modo y manera anarquista, llena de defectos, carente del proceso universal de la familia ha venido destruyendo la capacidad cívica y nuclear que la familia venía teniendo perdiéndose así en parte la mezcla del síndrome de sociedad universidad y familia que fortalecía el concepto de sociedad y de formación ciudadana.

Entonces, hay que abrir una tarea en favor de la recuperación de la familia utilizando sana y virtualmente las herramientas del proceso de información y llegada del Internet. pero este modo debe ser discreto en la expresión, sustantivo y fino en los recaudos más las evidencias para que el trabajo vaya dirigido a reubicar los sujetos con el menor alejamiento de sus costumbres y vida social de lo que hoy están haciendo, sobre todo, volver a la formación nuclear de la familia. Para eso, sus miembros se sientan nuevamente unidos y se restablezca el orden del matrimonio como instrumento legal para volver a formar sociedad y familia y, consecuentemente, se regrese a la vida y el orden social que es el espíritu de unidad de sueños a la que aspira toda sociedad e impulsa nuevas fuerzas al país para abrir con nuevos alcances “Union de la Familia, Progreso de la Patria”.

Este trabajo se ha basado principalmente en las formas de ayer y los disparates de hoy en la jerga familiar de corte norteño. Pero, lamentablemente, en América Latina se ha repetido copiosamente el modo y forma del mismo proceso. Así vemos a colombianos rasos estudiando en Chile. A los chilenos haciéndolo en Argentina. Así mismo, el hodureno, el dominicano y el guatemalteco peleando para entrar en los Estados Unidos. El venezolano por entrar a Ecuador y Perú. Pero jamás se han buscado las razones humanas y políticas del trajín odioso de la juventud que no le ha importado el rechazo a su presencia y el molestoso pedir y vivir sin orden y sin disciplina así como sin rescate de la discrecionalidad y lejano del actuar decente y organizado del estudiante.

Mientras tanto, se da cabida a todo trato malicioso e irrespetuoso entre amigos de países vecinos, latinos e isleños que hacen común las costumbres extravagantes de todos los inmigrantes, y algunos con peor razón, por el hambre de su mujer e hijos que los tienen pero no pueden mantener.

Consecuentemente, se necesita una labor patriótica que sepa valorar los nutrientes negativos que mantienen la vida difícil y pobre de, por ejemplo, Venezuela y las razones de la dificultad de la salud pública de países como México, Brasil y la propia Colombia cuyos nativos dan vuelta por toda la secuencia territorial y teatral del mundo en desproporciones que preocupan.

 

Luis Acosta

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