Edipo rojo. Por Jesús Rangel Rachadell

Edipo, el de los pies hinchados, según Sófocles, llegó al poder por una carambola. Este personaje logró resolver una adivinanza, el monstruo se suicidó, pudo reinar en Tebas y casarse con una reina. A diferencia del otro, al que le regalaron el cargo, el dios tronante calló y aceptó la elección de los tebanos, aunque lo consideraban un tirano por su falta de legitimidad. En esa época no existía el Consejo Nacional Electoral.

En Venezuela, al igual que en la Tebas del relato, vivimos una peste desde hace varios años. Si la población tuvo que registrar la basura en busca de comida o pasar varios días en colas por forraje para sus animales de carga, y así poder trasladarse, lo desconozco. En todo caso, una peste o plaga se refiere a males generalizados como los que vive nuestra sociedad.

Resulta que la peste de Tebas, según el oráculo de Delfos, fue consecuencia de la contaminación religiosa, algo como el chavismo-madurismo, socialismos del siglo XXI. La solución pasaba por encontrar al culpable de la muerte del anterior rey o morirían todos los habitantes por falta de alimentos, controles innecesarios, colas por la gasolina, ausencia de electricidad y de agua. La plaga roja rojita se adueñaría de todo.

El mandatario prometió acabar con la inflación y con la devaluación del Bolívar; además, pagarles a los trabajadores con una moneda que no perdería su valor y tan dura como una piedra. También, ofreció aumentar la producción de combustible y, en general, mejorar la economía nacional en todos los rubros. En particular, ofreció eliminar las alcabalas que extorsionan a los transportistas de productos básicos, prescindir de los ilegales protectores de los estados; iniciar el mantenimiento de las obras públicas con algo más que pintura; vacunar a la población contra el Covid-19; modernizar los hospitales, pagar salarios al personal de salud que le permitan una subsistencia digna y se olviden de emigrar del país; combatir la corrupción y al narcotráfico, los cuales son una manifestación de la pérdida de valores de la élite gobernante; sin embargo, su único logro fue convertir al país en un bodegón gigante. Edipo se comprometió a encontrar al asesino y enviarlo al exilio, como a los políticos venezolanos de oposición.

Resulta que el causante de todos los males es quien debía resolverlos y quién él pensaba que era su progenitor tampoco resultó ser. Polibio fue un padre putativo, y a Chávez quieren hacerlo pasar por tal del tirano que no tiene legitimidad. Sófocles nunca tuvo en mente su tragedia para el pueblo venezolano, y menos que calzaría como anillo al dedo en nuestra historia.

Los habitantes de Tebas, por medio del sacerdote, ante la peste que sufren, piden: ¡oh Edipo, el más sabio entre todos!, te imploramos todos los que estamos aquí como suplicantes que nos consigas alguna ayuda; y contesta: … Sé bien que todos están sufriendo y, al sufrir, no hay ninguno de ustedes que padezca tanto como yo. ¿Usted creería que el mandatario padece por nuestras vicisitudes, o que buscará un modo de cuidar de esta nación? Me refiero a este mismo que ve conspiraciones por todas partes, en particular del amigo leal que desea expulsarlo del poder; y que le dice a su mujer que todo sucedió en la encrucijada de tres caminos, casi que alude a la tercera vía.

Edipo perdió todo el poder por su mal comportamiento, defraudó a la ciudad y a sus habitantes. Termina la obra quejándose de su suerte y de la que aguarda a su familia en el destierro, sus hijas marcadas por la ignominia y sin patrimonio con qué sobrevivir. Estas son las consecuencias que le esperan al que incumple sus promesas, al que ofrece y engaña a sus súbditos para distraerlos mientras deja que la burocracia que se cree dueña del país dilapide los recursos del Estado y de todos.

Esta manera absurda y fútil de gobernar nos ha traído a esta crisis, en la que la dirección es inexistente o las decisiones se toman en perjuicio de los habitantes de nuestro país. La ignorancia y el abuso queda en evidencia día tras día, por ejemplo, cuando impiden que llegue la ayuda a los pueblos andinos o dictan normas que solo favorecen a su pequeño grupo de militares.

Venezuela tolera una circunstancia parecida a la maldición sufrida por Tebas, tan disparatada que logra lo imposible, y es que lo irracional se convierta en realidad y la realidad sea percibida como irracional. Comprendemos la incoherencia de la situación y sabemos quién es el responsable. Con el permiso de Hegel, el régimen carece de coincidencia entre el ser, el pensar y la verdad. Maravillas del socialismo del siglo XXI.

Yo confío en que el carácter autodestructivo de este gobierno lo lleve a la implosión y en un proceso dialéctico se presente la solución a esta plaga chavista. Esto es fe.

 

Jesús Rangel Rachadell

@rangelrachadell

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