Cunaguaro en el Umbral. Por Eneida Valerio Rodríguez

Durante varios días, Caracas regresó como epicentro de fuertes refriegas entre grupos armados y fuerzas policiales y, la atención nacional ante la repitencia de los mismos, en intervalos que se promedian entre tres y cuatro días, colmó con opiniones y posiciones  la  situación generada por la incertidumbre, ante la falta de respuesta del gobierno sobre estos hechos –graves por demás- medida su  incapacidad para poner orden.

Un cachorro de cunaguaro, llenó las redes sociales al convertirse en protagonista impensado y sustituyó su presencia, tanto en fotos y videos, la noticia más urgida por los venezolanos; saber y conocer qué  ocurrió por más de 24  horas de enfrentamientos entre fuerzas policiales y bandas armadas. Tal respuesta, hubiese calmado a la población sometida a severas angustias dado los hechos que ha consternado al país y no solo a las zonas capitalinas, eje directo de las graves circunstancias.

Privó de nuevo, la opacidad informativa del régimen. Se impuso la violación de los derechos humanos asentados en el derecho a la información y en las libertades de expresión y prensa.

El Koki fue noticia y remató el día, cuando se mostró al cachorro, encontrado en las requisas realizadas a sus propiedades  y cuya versión de los rescatistas, dejó correr la especie de que  era su mascota. Cuestión para posibles y seguras dudas. El Koki, como se sabe, lidera  uno de los  grupos irregulares aliados en la capital y controladores de una importante zona que se  extiende desde La Vega y alcanza varias parroquias caraqueñas.

El Cunaguaro, avistado en el umbral de las pertenencias del Koki reforzó lo que algunos comentaristas han considerado parte del caos fomentado por el propio gobierno para lograr propósitos, con previas organización y definición. El cunaguaro, al pasar de lo risible y desorbitada noticia, dejó el vacío, de la desinformación y mal intencionada actitud de los funcionarios, obligados a rendir cuentas del operativo tomando en cuenta el estado emocional de la población, presa de pánico. Una condición mental y devastadora, que solo  leemos en aquellos países en guerra, cuando sectores poblacionales huyen aterrorizados frente al estado de sitio. 

Hay un fomento a la anarquía. Existe un marcado desinterés para implicarnos como ciudadanos con derechos civiles y  políticos y de manera especial, por estos días de incertidumbre. Tenemos solo al cunaguaro para saber con certeza, si el umbral de la casa del  Koki fue de verdad, el fin del regocijo del simpático cachorro en su ambiente propicio.

En nuestro país, se viene fomentando y cumpliendo desde hace muchos años, el desmantelamiento institucional y en deriva, la paralización del desarrollo social, afincado en aspectos políticos, cuyos espacio para escalar están saturados, debido en buena parte a un liderazgo nacional: nocivo y conflictivo, que a base de estas incongruencias, pretende generar posiciones dirigenciales sumida en el caos. Son los líderes que suman problemas  y generan incertidumbre. Líderes que se precian en esta capacidad para generarlos.  

Estos líderes, convierten las soluciones en conflictos  y continúan en tal sentido, negando posibilidades más generosas frente al drama social que nos afecta y nos involucran en la espiral del caos. El caos, requiere consolidar  pertinencias para contar con un estado de derecho que rinda beneficios a una sana justicia social.  

En  ese sentido, el venezolano, debe escoger entre la ansiada libertad para fortalecer la democracia -y tal cosa-conlleva abandonar los llamados de nocivos dirigentes, quienes con sus cargas viscerales propician conflicto y caos. Hay muchos en esta posición. Diríamos; exceso. 

Restablecer la estabilidad social, significa  acuerdos  y conversaciones y exige un mínimo deseo de cambio que al mismo tiempo, signifique  apartar a quienes no consiguen más que  distracciones con discursos socavados por estas debilidades.

Hemos llegado a un punto oscilante entre la duda para reflotarnos o para hundirnos pero es rigurosamente cierto, que el corazón del  venezolano opta por condiciones de vida distintas a la tiranía, al desprecio y la opresión como mecanismos de control y de pretensiones inconfesables del régimen, que nos agobian.

Desde esta  perspectiva, escogemos  la capacidad para reflotarnos. Así, estuvieron otros países, sumidos  en el caos  perverso fomentado y alimentado desde las entrañas del poder y es necesario acotar que ejemplos sobran, pero los países asiáticos, constituyen modelos de  tales deseos inmanentes al ser social, que entiende estos procesos.  

 

Eneida Valerio Rodríguez

@eneidavalerio

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