Votar o no. Por Eugenio Montoro

Con igual título hicimos una presentación durante una conferencia de amigos para conversar sobre la conveniencia de votar o no en las elecciones de fin de año. Este escrito trata de reproducir lo que argumentamos.

Tres razones expusimos para no ir a votar, la primera tiene que ver con la coherencia del acto, la segunda con su utilidad y la tercera con sus consecuencias.

En diciembre de 2020 se realizó una consulta popular donde millones de venezolanos dijeron no reconocer la elección de la Asamblea Nacional roja. En abril de 2021, nuestra AN legítima, ratificó la ilegalidad de la AN roja y del nuevo CNE que nombró. De manera que ir a votar en unas elecciones convocadas por el CNE ilegal rojo, sería un acto de incoherencia. El más popular de los ejemplos de coherencia es la sintonía entre el pensar, el decir y el hacer, así que estaríamos diciendo por una parte que el CNE es ilegal y si participamos estaríamos actuando como si no lo fuese.

La incoherencia no es un pecado menor y sus consecuencias pueden ser enormes. Valga de ejemplo la mala situación económica venezolana. El régimen, tratando de sobrevivir, y a pesar de su corte comunista, eliminó el control de cambio, permitió el uso del dólar, se olvidó del control de precios, quitó aranceles a las importaciones y está ofreciendo en venta empresas que expropió, sin embargo, nada parece darle resultado para reactivar la economía por cuanto su incoherencia creó una enorme desconfianza entre los inversionistas. También los políticos que no sintonizan su verbo con su actuación generalmente son rechazados y castigados por la gente. No hay duda que ser incoherente es un mal negocio en todos los casos.

La utilidad de ir a votar es baja. Hemos probado todos los escenarios en la Asamblea Nacional, desde no tener diputados (2005), tener algunos (2010) y hasta tener la mayoría (2015). En los dos primeros el régimen hizo lo que le vino en gana pues la oposición era minoría, pero cuando la oposición fue mayoría usaron al TSJ para declararla en desacato y anularla. De manera similar, para la elección de los gobernadores en 2017 la oposición pronosticaba obtener 18 gobernaciones y el resultado real se redujo a 4, convertidas en jarrones chinos pues enseguida les nombraron una especie de gobierno paralelo.

Por último, y quizás lo de mayor importancia, están las consecuencias. El ir a votar haría lícito al CNE rojo y en consecuencia también a quien lo nombró o sea a la AN roja. Por esto todos los simpatizantes del régimen tienen sus velas encendidas para que participemos en las elecciones. Desde ese día dejaría de tener sentido nuestra AN legítima y a ojos de la comunidad internacional habríamos aceptado un árbitro para resolver nuestras diferencias. Ya no habría asidero para seguir recibiendo respaldo internacional pues los venezolanos, finalmente, “habríamos encontrado la forma de resolver nuestros problemas”.

En conclusión, en nuestro criterio, además de ser incoherente e inútil, el ir a votar en estas elecciones derrumba todo el mecanismo que se ha creado para combatir al régimen perdiendo, principalmente, el apoyo internacional.

Por supuesto, cuando se recomienda el no transitar un camino, como desde aquí lo hacemos, surge la buena pregunta de qué hacer entonces. La respuesta es seguir luchando con lo que tenemos y reforzar las acciones. Para eso va una idea.

Como se conoce la presión es la fuerza que se aplica en contra de algo. Lo hemos hecho cuando salimos con la fuerza de centenares de miles de ciudadanos a las calles a protestar en contra del régimen. También se hace presión cuando con la fuerza de los vecinos se protesta por el agua o la luz en contra de una institución. Pero también podemos hacerlo, y lograr igual presión, con la fuerza de muy pocas personas protestando contra un funcionario. Este esquema de presión es eficaz y la protesta no va dirigida contra grandes áreas del régimen, sino directamente contra el funcionario con nombre y apellido. Los oficiales militares son un objetivo claro. Al salir de su casa deben ver, por ejemplo, un gran cartel que diga “Señor coronel Martín González López salve a su patria”. Y hacer todos los días diferentes acciones para crear la presión necesaria.

Votar en estas condiciones es un error mayor. Ojalá que de las silenciosas conversaciones que se adelantan entre los demócratas, los rojos y la comunidad internacional, salga algo bueno. Esto podría cambiarlo todo y crear un nuevo camino coherente y útil. De no ser así podríamos comenzar a realizar las presiones individuales a los funcionarios de medio y alto rango.

Simple física, para ejercer igual presión, cuando disminuye la fuerza, se debe disminuir el área de aplicación.

Carpe diem.

 

Eugenio Montoro

montoroe@yahoo.es 

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