Alegría de tísico y el nuevo CNE. Por Freddy Piña

La designación de los nuevos integrantes del CNE ha generado opiniones encontradas en relación a si están dadas las condiciones exigidas por la oposición para participar en una elecciones libres, justas y transparentes. Sin duda alguna al comparar estas designaciones hechas por el régimen con las producidas en el 2020 observamos un ligero avance. El año pasado el régimen designó dos miembros afines a los denominados “alacranes”, grupo de parlamentarios disidentes de la oposición, para “garantizar” un proceso transparente. Sin embargo, los resultados electorales fueron terribles para los candidatos de esa corriente y el balance final fue una trampa en la que a conciencia cayó ese grupo de supuestos “opositores”.

Así el año pasado el régimen otorgó lo que se conoce como un caramelo a sus aliados en el asalto a la AN, hoy mejora la golosina y entrega un turrón con maní para invitar a su fiesta a la oposición venezolana. 

La designación de los ciudadanos Enrique Márquez y Roberto Picón, como rectores principales del CNE, ambos con una trayectoria política y profesional reconocida, realmente constituye un avance, pero muy lejos de que ello garantice unas elecciones libres, justas y transparentes. Empero, ello no debe impedir que se continúe haciendo los esfuerzos para que, además de esa designación, se aborden los problemas neurálgicos que garanticen la participación en las distintas etapas del proceso que implica una consulta de elección popular de cualquier nivel.

Por ahora tenemos varias interrogantes a las cuales se le deben dar repuesta, para así ir construyendo una matriz que permita recuperar la credibilidad en un organismo en el cual la inmensa mayoría de los venezolanos perdió su confianza. Basta observar cualquier estudio de opinión pública para corroborar dicha afirmación.

Todos los organismos subalternos del CNE tienen años secuestrados por los afectos al régimen, por lo tanto deben producirse cambios sustanciales a estos niveles. La Junta Electoral del CNE, columna vertebral de los procesos electorales, no debe estar a merced del régimen y en consecuencia la oposición debe tener presencia activa en la misma, ¿será posible?

¿Qué ocurrirá con las 24 delegaciones del CNE en el país, seguirán siendo oficinas apéndice del PSUV?

¿El Plan República seguirá actuando como el brazo armado del PSUV en los procesos electorales y con el fusil in situ deciden quienes son miembros de las mesas y organismos electorales o esa función la asumimos los civiles como debe ser? El rol del Plan República debe ser redimensionado y no continuar siendo un actor político apéndice del PSUV.

¿Se aceptara la observación internacional y no mirones del proceso o turistas afectos al régimen?  

¿Se abrirán las cárceles para que los presos políticos retornen a sus actividades proselitistas en la lucha por la democracia y la libertad?

¿Se abrirá el REP con fiscalización de la oposición?

¿Se pondrá fin a la migración de electores?

¿Se abrirá el REP para los venezolanos en el exterior ante un eventual proceso revocatorio?

¿Los centros de votación funcionarán en sus sedes naturales o seguirán es establecimientos afines al régimen?

¿Los centros de votación controlados por las FARC y el ELN serán tomados por las FANB?,

¿Cuál es la garantía de que la Sala Electoral del TSJ no desconocerá los resultados adversos al régimen como lo hizo en el 2015 con los diputados electos de la AN y dejo sin representación popular al estado Amazonas y la representación de los Pueblos Indígenas?

 ¿Devolverán las siglas de los partidos políticos a su dirigencia natural? 

¿Exigirá el CNE una conducta apegadas a las normas electorales a los medios de comunicación, en especial al principal canal del Estado (VTV). 

Estas son algunas de las problemáticas que deben abordarse y resolver. De lo contrario la designación de los ilustres venezolanos incorporados al CNE sería una alegría de tísico,  convidados de piedra y de nuevo tontos útiles al servicio del régimen.

Freddy Piña