Sólo falta unir fuerzas. Por Antonio Urdaneta Aguirre

Es fácil entender a quienes manifiestan poco interés, con respecto a la abundante producción y difusión de opiniones orientadas a visibilizar el desastre que ha sido la administración “roja rojita”. Es obvio que hay millones de venezolanos que están cansados de tantos discursos y palabras, sin que esta prédica se traduzca en hechos concretos. La gente lo que desea y aspira es la presencia de un liderazgo decidido a protagonizar un cambio de estrategias y actitudes en el activismo político, el cual se materialice en “hablar poco y hacer mucho”.

Sin embargo, para algunos, que sólo podemos luchar con las armas de nuestra opinión, sentimos que “algo podemos hacer” en función de esa causa que hoy involucra a más del 80% de los hombres y mujeres venezolanos, como es el cambio del actual modelo económico, bien sea por la vía de las rectificaciones a que haya lugar, o mediante la sustitución del gobierno y del sistema político.

Por esas razones, en lo que a mí concierne, aunque ya tengo el sol en la espalda y mi sombra es bastante larga y delgada, haré lo posible para mantener abierta esta ventana, y desde aquí seguiré asomado, le tomaré el pulso político a Venezuela y, según la frecuencia de sus palpitaciones, continuaré aportando opiniones, hasta que la lucidez me acompañe.

Ya me referí en un artículo anterior a la confianza que deberíamos tener en los educadores, como reserva moral y patriótica que podría activarse y volcarse como fuerza, para contribuir al rescate del Estado de Derecho en nuestro país. ¡Aunque muchos lo duden, el Magisterio es un gigante dormido! ¡Si despierta, habría noticias!

Después de reflexionar un poco más sobre la necesidad de avanzar en procura del restablecimiento del sistema democrático, siento que hemos sido injustos quienes le atribuimos un comportamiento apático al liderazgo nacional. Es cierto que la clase política democrática dejó de estar a la altura de los requerimientos de la sociedad nacional. Pero las autoridades y profesores universitarios, los estudiantes, los empresarios, la mayoría de los trabajadores, las academias, los médicos, los enfermeros y el resto de los trabajadores de la salud, los productores del campo y hasta las amas de casa, se han mantenido en pie de lucha. Lo que ha faltado es unir todas esas fuerzas. ¡Necesitamos un líder con poder de convocatoria que aglutine y organice ese inmenso poderío social con el que cuenta Venezuela!

 

Tampoco hemos sido objetivos con respecto a la actitud asumida por los militares. En el transcurso de los 22 años de la tragedia que Hugo Chávez pensó y sembró en Venezuela, centenares de uniformados han pasado por las cárceles de Venezuela y otros permanecen aún como presos políticos, y un buen número de ellos en el exilio. Por supuesto, sin necesidad de profundizar en el tema, han fallado dos herramientas fundamentales: un marco estratégico común y unidad operativa. Si los militares se percatan de que el país los considera cómplices necesarios de la tragedia que padecemos, es muy probable que, en lo sucesivo, actúen en función de lo que ellos saben y pueden hacer. Tienen poder y específicas facultades, según el artículo 333 de la Constitución. ¡Ninguna excusa es posible!

Antonio Urdaneta Aguirre
urdaneta.antonio@gmail.com
@UrdanetaAguirre

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