El atraco a El Nacional. Por Carlos Ismayel

La cacería de brujas del régimen que usurpa los poderes en Venezuela es de vieja data. Digamos que llegó incluido en el paquete que le vendieron a los venezolanos como “la salvación nacional”, desde aquel fatídico intento golpista de 1992. Lamentablemente muchos ingenuos compraron esa oferta engañosa que prometía a la ciudadanía la posibilidad de “tocar el cielo con las manos”. La tragedia actual indica que no se manoseo ningún paraíso, sino que se cayó en la mismísima paila del infierno. 

 

Estaba más que claro, que ese proyecto representaba lo peor para un país que venía disfrutando de un modelo democrático, con defectos, pero perfectible, que se desmoronó cuando Chávez asumió el poder y desde entonces se dedicó a desmontar todas las instituciones públicas para manejarlas a su antojo, tal como suelen hacer los caudillos que actúan como los amos del pensamiento de los ciudadanos. Aquí nadie debe sorprenderse ante semejante escalada tiránica. Eso se veía venir. ¿Qué más se puede esperar de ese pelotón de militares golpistas que pretendieron asaltar el poder, asistidos por el coro de algunos civiles que “jugaron con candela y salieron bien chamuscados”?.

 

Desde que se juramentó, Chávez dejó ante la vista de todo el mundo que primero se daría una Constitución Nacional a su gusto y que le pondría sus manos a todos los poderes, ninguno quedaría a salvo de su capricho dictatorial. Por eso es que puso en marcha su táctica represiva, primero con los Círculos Bolivarianos y ahora con los Colectivos. Por eso Las Milicias y su alianza con cuanto grupo terrorista y violento que exista. Esas serian sus herramientas de choque, su aterradora guardia pretoriana, siempre dispuesta para acorralar a los disidentes. También se armarían de recursos financieros, controlarían las finanzas públicas para usarlas indebidamente como ahora nos consta. Lo cierto es que esa era, parafraseando a García Márquez, la “crónica de una tiranía anunciada”. Iban por todo, nada quedaría libre de sus garras, porque eso lo de “poderes autónomos” no encaja con los propósitos de la “revolución del siglo XXI”.

 

Una pieza clave en todo ese esquema absolutista es someter a los medios de comunicación. Los medios no podían seguir libres, actuando a sus anchas, denunciando todo lo que se ponga en marcha acorde con el principio de que “el fin justifica los medios”. Porque para la revolución, matar y silenciar la disidencia, son hechos más que necesarios para llevar adelante el proceso que inicio Chávez y prosigue Maduro. Comenzaron con RCTV y las emisoras de la Cadena Belford, algunos medios fueron comprados, otros quebrados, o simplemente colocados contra la pared mediante censuras, racionamiento de papel y otros insumos; como en Guárico asfixiaron al Diario El Nacionalista, al que le quisieron marcar su línea editorial y por no doblegarse, sus rotativas padecen un estruendoso silencio que coloca una mordaza al principal diario guariqueño.

 

El Nacionalista cierra sus ediciones físicas el 16 de abril del año 2013 después de 38 años de labores ininterrumpidas. Por ello sus técnicos hoy en día han emigrado y otros ejercen la buhonería para sobrevivir. Son más de 45 padres de familias que quedaron en la calle, 45 personas distribuidos entre periodistas, corresponsales, prensistas, correctores, publicistas, secretarias, diagramadores y distribuidores entre otros.  Los demás medios regionales, como La Prensa del Llano asfixiada económicamente y a otros que les negaron los insumos, simplemente porque se negaron a que les impusieran la línea editorial. 

 

El diario El Nacional que se imprimía en Caracas para toda Venezuela tuvo que irse a la web porque el régimen que tiene el monopolio del papel periódico no le vendió mas, ha venido resistiendo a ese acoso. A su editor Miguel Enrique Otero le ofrecieron más de 150 millones de dólares y aguanto ese cañonazo. «El Nacional no se vende», respondió Otero. Pero como no lo pudieron comprar ahora montan esa argucia judicialista para encapuchar un atraco, porque eso es lo que se trata de consumar, un vulgar atraco a mano armada. 

 

Carlos Ismayel

@CYsmayel

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