El error de Washington no puede seguir. Por Leocenis García

En uno de mis viajes a Washington, me encontré con un hombre que me impresionó profundamente. Tenía un humor ácido, y durante la reunión mostró su preocupación por Venezuela. Su nombre era Juán Cruz, el primer jefe para el Hemisferio Occidental de la Casa Blanca durante el gobierno del Presidente Trump.
Claro que no puedo revelar qué hablamos. Pero Cruz, que no tiene ni una sola foto con políticos venezolanos, ni siquiera conmigo, me hizo reflexionar, que quizás nuestro gran problema era que no actuábamos como políticos que nos dolía el país, sino como unos show man de televisión.
Washington, había cometido un error- lo cometió el Presidente Trump y lo podría cometer la administración Biden-, no valorar bien a sus interlocutores, al tratarlos como los políticos que no eran.
Por una parte, al régimen de Maduro, una soldadesca ciega, defendiendo una supuesta  democracia que sólo existía en sus húmedos sueños. Y por otra una oposición, conformada por vendedores de comidas al Gobierno- verdaderos corruptos-, y otros tantos, que habían ordenado que los diputados abandonaran el Congreso, y se fueran a liar con la policía en las calles.
Tampoco entendió Washington , que la oposición al régimen, cometería por su inexperiencia los mismos errores que quienes se opusieron a Mugabe, los cuales contribuyeron al saldo en cuenta que le permitió estar en el poder 37 años, cuando desalojaron la vía de una salida de consenso, y optaron por la bayonetas y pistolas. Por la violencia.
 Mugabe siempre tuvo más balas, más bayonetas, y más dinero inflacionario para lanzar migajas a una población hambrienta que él mismo había convertido en bestias de cargas, al sacarlos del noble puesto de ciudadanos.
No siempre se puede gobernar en democracia por consenso, pero después de una dictadura, -y yo creo que en Venezuela lo es, una dictadura- porque la gente ha perdido su libertad económica, la libertad de decidir su vida, independientemente del gobierno, no se puede volver a la democracia sin consenso.
El consenso amerita coraje personal, porque siempre significa remar contra corriente, las pasiones, el odio, y la ortodoxia. Siempre situaciones excepcionales, reclaman soluciones del mismo tipo. Pero el coraje pasa por reconocer que todos fallamos, tanto los opositores de la llamada Mesita, como el G4, pero sobre todo Washington que ha metido la pata. Y ahora mientras la estrategia se vuelve clara, lo mejor es bajar la retórica.
El  problema para Washington hoy, es que el régimen de Maduro y la oposición, ambos desprecian el consenso. Son huérfanos del coraje que necesita la crisis del país, y el consenso para abandonar la dictadura, y volver a la democracia.
El consenso tiene que terminar para dar un vuelco al populismo, y al hombre mágico señalando los destinos de la República, y construir una sociedad libre. Pero para que termine, tiene que comenzar. Y su único objetivo, es poner en orden, la convivencia de la democracia que niegan las dictaduras.
Y algún día quienes logren ese acuerdo, se volverán a reunir para anunciar que, el consenso ha terminado, pero no para librarse de su peso, sino para expresar el reconocimiento que merecerá su importante contribución al proceso de una Venezuela plural, sin caudillos y con libertad económica, el principal síntoma de una verdadera democracia.
Quizás el consenso produzca decepciones en ciertos sectores. Y ello requiere que, a la ingratitud de las incomprensiones, quienes queremos un país distinto demos la gratitud de la certeza de que la historia juzgará el consenso como uno de los pilares básicos de la Venezuela moderna, que no existe hoy, porque Venezuela no es un país, sino una aldea en ruinas.
Lo que viene es más improvisación, y contradicciones, que aplastarán  a un sector del Gobierno y la oposición que ya no representan sino a sus propios laberintos. Pero, el consenso en un “receso indefinido”, como lo catalogó el presidente Danilo Medina cuando falló el fraude de Dominicana , tendrá el momento, después de los marines, el fraude, y los muertos. No lo sé. Pero habrá, tiempo, espero verlo, para que demos una prueba de la madurez y responsabilidad a la hora de defender los verdaderos intereses del país.
Como ex preso político, de un régimen ominoso, y con mis crítica s a las políticas de Washington , no puedo ser mezquino con todos los diplomáticos estadounidenses de la Casa Blanca, Los Tanques de Pensamiento y el Departamento de Estado , y les reconozco su esfuerzo, la liberación de varios presos por sus presiones , pero sobre todo les perdono su error de creer que mediaba entre políticos, y no entre borrachos que el alcohol ya no les hace ver la realidad de un país que no representan.
Deseo suerte a todos los actores que intentan enderezar el barco, gente oficial como Juán Gonzales, el propio Juán Cruz que ahora desde  the Center for Strategic and International Studies, da su aporte, así como el venezolano Moisés Rendon.  Al propio embajador Story , y ese apóstol de la Paz que es Keith Mines ex jefe de la oficina de Venezuela del Departamento de Estado. Así como a la gente de Wola y el Centro Carter. A todos, gracias por su contribución con Venezuela. Pero ya no hay margen para más errores, pues el régimen de Maduro se atornilla y el pueblo muere de hambre.
La vía es el consenso.
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