Revelan los mensajes que envió la joven venezolana a su madre mientras era retenida por Garzón

Se revelaron los mensajes que la joven venezolana de 18 años, ubicada en Argentina, envió a su madre antes de ser drogada y abusada sexualmente por su empleador Irineo Humberto Garzón Martínez.

El periodista Carlos Iván Suárez publicó capturas de pantallas con partes de la conversación que la víctima sostuvo con Thays Campos a través de la red social Twitter: “Estos son los mensajes de auxilio que le envió la joven venezolana a su mamá, cuando comenzó a sentirse mal, tras beber el vaso con agua que al parecer, contenía alguna sustancia que la hizo perder el conocimiento”; dijo.

“Creo que el dueño de donde trabajo me drogó”, escribió la joven por medio de la aplicación WhatsApp. Luego de seis minutos, su madres responde que llamó a la policía.

Tras el pedido de auxilio, la venezolana hizo más presente su preocupación diciendo: “Me quiero ir. Estoy asustada”. Pero ante las interrogaciones para saber si el local estaba abierto, la víctima aseguró que “lo cerró”.

Pocos minutos después se observa el llamado desesperado de Thays Campos al observar que su hijo dejó de escribirle.

Al rato, la policía logró sacar del lugar a la venezolana con poco estado de consciencia y en silla de ruedas tras esperar casi media hora a las afueras debido a que Garzón no abría las puertas del sitio.

Las investigaciones determinaron que la joven de 18 años salió del local de venta de uniformes con la ropa mojada y sus prendas interiores mal colocadas, así como con signos de abuso sexual.

Debido a la crisis en Venezuela su familia decidió emigrar a Argentina, años después la muchacha se vio desesperada por buscar trabajo debido a que padre permanece internado tras sufrir un accidente cerebro vascular (ACV).

Finalmente, accedió a trabajar en el local “Garzon Uniformes” luego de ver un anuncio en Facebook y acordar con su futuro empleador, quien le hacía comentarios sugerentes e invasivos, sin saber el fatal episodio por el que atravesaría.

La patilla