¡No quiero que se haga justicia! Quiero tú perdón. Por Gervis Medina

¡Hace más de una década! Que mi país se encuentra partido en pedazos, miren a su alrededor nos hemos lastimado, me lastimaron y seguimos lastimándonos mutuamente. ¡Sin justica no hay paz! Este cliché, lo escucho todos los días como si la justicia fuera a cambiar nuestros corazones. ¡No quiero, ni necesitamos justicia sino la gracia de Dios! La cual llega por medio de la fe y la aceptación del sacrificio que Jesús hizo por la humanidad. La cual debe estar presente, en los corazones de quienes sufrimos a diario la presencia del maligno en otros que hacen daño.
Como he escrito siempre y arengo. ¡Venezuela vive una crisis que se denomina, “La crisis perfecta”!
Puesto a que, en ella se conjugan diferentes tipos de crisis, crisis política; crisis económica; crisis social; crisis teológica; crisis antropológica; crisis cultural; crisis internacional.
Todo ello ha llevado más allá de las causas de esas diferentes crisis, a que poblaciones enteras que suman más de 6 millones de habitantes, decidan migrar hasta países de América Latina y otros continentes.
La realidad es que, Venezuela nunca había vivido la migración como un drama social e histórico, nos ha tocado sin duda experimentar esta realidad de forma forzosa y en contra de nuestra voluntad.
La palabra xenofobia, proviene del griego “xenos” que significa extranjero y “fobos” que significa miedo, por lo tanto es el miedo a los extranjeros. La xenofobia es una realidad que siempre ha marcado a los países en sus relaciones. Sin embargo, es una realidad nueva en América Latina en los últimos años, como objeto de esa discriminación.
Me preocupa como cristiano, las implicaciones que tiene la xenofobia a nivel social y cultural, es triste que en un continente que dice ser de cristianos, seamos testigos y víctimas de estos hechos lamentables que desafortunadamente atañen a los venezolanos.
En las RRSS, cadenas de televisión el tema de la xenofobia a los venezolanos están presentes, en Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Brasil, Trinidad y Tobago, Panamá. Toda estas acciones de manera desmedidas desde el año 2018 en adelante, costándoles la vida a muchos venezolanos, lamentable y trágico, quienes por una causa u otra hemos tenido que dejar la nación.
Es triste y preocupante que todos estos países sean centro de noticias relacionados con la xenofobia, esto nos llama a la reflexión ¿qué está ocurriendo en AL en contra de nosotros los venezolanos? ¿Cuáles son los vientos que están detrás de estas acciones? Hay que levantar la voz para denunciar y poner en evidencia algo nunca antes visto.
Esta realidad migratoria, quienes en principio la negábamos, ha sido usada por intereses extranjeros en nuestro país, para manipular realidades y explotar la realidad migratoria como tal. Es un drama tener que migrar por causas de pobreza, causas políticas, e incluso de un país a otros, por debilidades culturales y haber sido manipulados mediáticamente, por las grandes cadenas de noticias.
No podemos seguir permitiendo, que nuestros hermanos terminen en un odio en contra de los venezolanos. Recordemos que en muchas partes del mundo por motivos de crisis humanitarias se han originados guerras civiles e intervención de potencias extranjeras.
Debemos comprometernos en denunciar, avivar la voz y delatar a quienes en esa realidad xenofóbica por motivos políticos, históricos, culturales e intereses ajenos, pues lo que buscan es socavar la paz del continente.
Ahora bien, por otro lado desde el punto de vista teológico, es preciso señalar que la xenofobia tiene una connotación cristiana, si nos llamamos cristianos cómo es posible que seamos protagonistas de noticias como esta, y se levanten pocas voces más allá de voces políticas o con intereses mediáticos.
Hago la pregunta ¿dónde está la reflexión cristiana en relación de este tema? Como cristianos hemos estudiado el pasaje bíblico de “Jesús con la Samaritana”. Un ejemplo de comportamiento de acogida de un cristiano con un extranjero, en este caso Jesús conversa y le da acogida a la samaritana, generando una inclusión etnográfica en la realidad del momento. Recordemos, que la primera comunidad cristiana da muestras de lo que significa la acogida de los extranjeros en el pasaje de pentecostés, allí se nombra una lista de pueblos que en el momento de la venida del “Espíritu Santo” hacían vida entre todos  los cristianos y allí se encontraban muchos extranjeros. Era una comunidad de extranjeros, una iglesia de extranjeros, compartiendo sus bienes y la espiritualidad.
Entonces, ¿cómo se puede tener un comportamiento xenófobo contra otros pueblos?
Dentro del cristianismo no existen fronteras geográficas, no existen pueblos, pues el único pueblo es el de “Dios”, y realmente la propuesta cristiana desde el punto de vista cultural, es una comunidad de creyentes para el bien y para el amor entre los diferentes integrantes. De manera que, en la misma “Biblia” existen testimonios de este sentimiento cristiano alejado de la xenofobia.
En nuestro continente, la iglesia reunida en el año 2007 redactó el documento en la ciudad de “Aparecida”; allí conseguimos el concepto de migrante para la iglesia regional. Es expresión de caridad, también eclesiástica, el acompañamiento pastoral de los migrantes.
La Iglesia como madre, debe sentirse a sí misma como iglesia sin fronteras. Por lo tanto, las conferencias episcopales y las diócesis deben asumir proféticamente esta pastoral especifica con la dinámica de unir criterios y acciones que ayuden a una permanente atención a los migrantes, que deben llegar a ser también discípulos y misioneros. ¡Pues se hace necesario reforzar el dialogo y la cooperación entre las Iglesias de salida y acogida, en dar una atención humanitaria y pastoral a los que se han movilizado!
El Papa Benedicto XVI en su oportunidad dijo: “creemos que la realidad de las migraciones, no se ha de ver nunca solo como un problema, sino también y sobre todo, como un gran recurso para el camino de la humanidad”.
Ahora bien, entre las tareas de la Iglesia a favor de los migrantes, está indudablemente la denuncia profética de los atropellos que sufren frecuentemente, como también el esfuerzo por incidir, junto a los organismos de la sociedad civil, en los gobiernos de los países, para lograr una política migratoria que tenga en cuenta los derechos de las personas en movilidad.
El rol de la iglesia  y las realidades eclesiásticas giran en torno en promover el bien de los migrantes, a defender sus derechos, y a denunciar las violaciones de esos derechos. Lamentablemente algunas conferencias episcopales se han dedicado a buscar las causas políticas y a ponerse de parte de algunas de las facciones políticas, al momento de tocar el tema de la migración.
El rol de cristiano es siempre defender el derecho de los migrantes, la realidad humana, el acompañamiento del ser humano en su drama al migrante en el extranjero, y combatir cualquier conducta xenofóbica.
¡Hermanos venezolanos amo a mi país! Pero se encuentra partido en pedazos. Se trata de unirlo a través del perdón y la gracia, repito no quiero justicia, deseo sanar a un país quebrado, a un mundo quebrado y eso debe comenzar hoy mismo. Les prometo rezar por cada uno de ustedes todos los días, para perdonarlos lo pidan o no y para pedir que me perdonen. ¡No es de hombres pelear, es de hombres dar la mano a otros!
Amigo extranjero que me das cobijo en tu país. ¡No me llames “veneco”, prometo orar por ti cada día, pedir tu perdón, concedértelo también y ser siempre tu amigo! ¡No quiero que se haga justicia! Deseo la reconciliación, y esta empieza en el perdón eso es lo que marca la diferencia, no se subestima el poder de la “Gracia”, es poderosa. La gracia es siempre difícil darla, pero divinamente recibirla.
Gervis Medina
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