El Algoritmo Ideológico. Por Albert Geovo (@aegeovo)

El algoritmo se remonta a los años 300 a.c  con el filósofo Euclides de Alejandría, éste desde una observación de los elementos se apercibió que la ecuación de ellos en una operación matemática, donde convergen minuendos, sustraendos, divisor y múltiplos, de acuerdo a ella,  darán una diferencia con su residuo, propiamente, el resultado.

Por este tiempo, se habla mucho de algoritmo digital, o algoritmo informático, que en lenguaje de programación, es aquella secuencia de pasos lógicos, que permiten darle respuestas a interrogantes. Este tema viene causando mucho revuelo en las políticas de las diferentes redes sociales y la internet misma, mas esta vez vamos a desconfigurar tal concepto desde la estructura de la mente y del conocimiento.

Al extrapolar, esta operación matemática a la interrelación de las personas, se infiere el cómo las ideologías, creencias, filosofías, religiones; pueden sumar, restar, multiplicar o dividir en la vida de las personas.

Donde el sustraendo, en el tema  político,  lo llamaremos ideología, como elemento que resta al carácter total de los principios naturales que componen a la persona; de manera tal, que las personas representando: el minuendo, frente a las ideologías, los sustraendos, terminan siendo ante estas ideas, objetos y no sujetos,  disminuidos diferencialmente, como sujetos conclusivos de sus principios y valores naturales.

Identificar el “máximo común divisor” es esencial en la vida tanto de cada persona como de las naciones; que es lo que realmente tienen las personas en común, por ejemplo: la libertad, no en vano dice la Declaración Universal del Hombre: «todos los hombres son libres»; y la Biblia, establece en el mismo Génesis, que el hombre goza de libre albedrío; en fin, es absurdo que existan los divisores en nuestras vida, ostentando el poder del Estado, legitimado por las personas, a través del voto, otorgándoles el poder de distribuir las potencialidades de todas las personas, quedándose con los residuos, y los valores para sí.

Es decir, existen en común las cosas que comparten todos los hombres, que son: la libertad, el amor, la justicia, la responsabilidad, la inteligencia, la sabiduría con todos los principios y valores judeo cristianos de occidente, pero el elemento, por antonomasia, que comparten todas las personas, mas allá de las ideas, la raza, la nacionalidad, el idioma, la religión, la filosofía, entre otras más, es la libertad; y si esta es injusta y severamente restringida por el divisor, es decir, por  los que distribuyen y fiscalizan, a través, del Estado, se está limitando las potencialidades humanas con las que nace toda persona y condenando a la sociedad al atraso.

Las aproximaciones son determinantes en las prospecciones de los planteamientos y métodos que aportan la ideología como una superestructura del sistema.

La humanidad hoy es el resultado de los elementos ideológicos que integran el sistema político.

Pensar que es exagerado decir, que todo el origen de los problemas que hoy presenta la humanidad, como receptáculo,  se originaron en el seno de la academia, propiamente en las Universidades, no es inmoderado; al subsumir ideas políticas, filosofías e incluso ideas y dogmas “científicos” que no soportan ningún examen, mucho menos someterlas a un método científico; prueba más que suficiente del descuido y la pereza científica.

La humanidad es el resultado de sus creencias, en pocas palabras de lo que piensa; si bien, es cierto que ha dado pasos agigantados la civilización, en la ciencia, la tecnología, el desarrollo económico, la calidad de vida; también es verdad que, muchas naciones han quedado en el atraso, ancladas en ideas y pensamientos que demostraron ser nefastos para la inteligencia y desarrollo de las personas e incluso para la paz.

En pleno desarrollo del siglo XXI, se presenta el desafío de superar las ideologías, las ideas que anclan a la sociedad a ideas prospectivas que disminuyen, no sólo las libertades civiles y los derechos de propiedad, sino que con ellas las capacidades humanas de potenciar la inteligencia, la vida y el desarrollo de la humanidad; resulta absurdo, seguir arrastrando ideas adversas al sistema de derechos, garantías y libertades conquistadas por el desarrollo de la humanidad en Occidente.

Conforme a los datos que están medidos, de acuerdo a las ideas, obtenemos un resultado, estos resultados con un simple análisis prospectivo de las ideas, son determinantes en conocer, cuáles son las consecuencias obtenidas; de acuerdo, a las ideas que nos arrojan datos y aproximaciones fácticas.

Se habla por todas partes de cambiar el modelo, mas sino se cambian las ideas difícilmente se podrá cambiar tal modelo del sistema.  Transformar los valores y principios de occidente, heredados de la cultura judeo cristiana, es lo que viene haciendo el algoritmo filosófico; debilitando todo el edificio de occidente y con ellos, el debilitamiento del sistema de derechos, garantía y de justicia, donde se fundamenta la civilización.

Si existe una diferencia con respeto a la naciones desarrolladas con mayor calidad de vida, mayor PIB; Per Cápita más alto, y mayor Índice de Desarrollo Humano;  quiere decir, que se está fallando en el sustraendo, que se explicó en este algoritmo, es la ideología, los principios filosóficos con respeto a que ven a las personas como objetos, receptáculos, que son estas ideas, las que van a restar, sumar, multiplicar o dividir, es decir, distribuir, las potencialidades de las personas y por resultado de la naciones.

Trabajar en la causa para recalificar con el desarrollo es categórico en la armonía de las naciones. Esto comienza con reconocer la fracción que da el error, y así captar la condenación y crítica del subdesarrollo; para así restablecer la confianza, y lealtad que se necesita. Aprendiendo de una vez por todas, la lección que no se puede gobernar a la humanidad con mano de hierro, ya que el control por simple ley, de acción y reacción de la física, se devuelve para la redención.

 

Albert Geovo

@aegeovo

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