Como fiera herida. Por Carlos Ismayel

La reacción de los capos de las mafias, una vez más sancionados por instituciones de prestigio del mundo, no se hizo esperar. El gatillero que Maduro colocó en la trinchera mal llamada controlaría -minúscula adrede- disparó desde la cintura una descarga de metralla contra varios diputados de la resistencia, la mayoría de ellos en situación de exiliados porque bien se sabe que la cacería de la que son víctimas es de vieja data. Pero tal como lo dijo nuestro paisano guariqueño Antonio Ledezma, “cuando esas medidas las aplica un sicario al servicio de un régimen narcotirano, más que un castigo, esas sanciones terminan siendo un honor, una medalla que enaltece a quienes son víctimas de semejante persecución política”. 

 

Ese malandraje puede chillar, gritar, patalear, lo que quieran hacer, pero sancionados están y no es por órganos desinflados de credibilidad, como ese parapeto venido a menos, desprestigiado, compitiendo en ese orden con la igualmente venida a menos fiscalía general. Bien se sabe que esos entes (contraloría y fiscalía) quedaron para acometer todo tipo de acosos contra la dirigencia opositora, especialmente contra quienes no se han rendido en el empeño de hacer realidad el cese de la usurpación. Entre ellos nuestro aliado insigne Richard Blanco, ahora desterrado, porque para salvaguardar su vida se vio forzado a buscar resguardo en Argentina.

 

Lo cierto es que esas fieras heridas reaccionan de cualquier forma. La desesperación los ciega porque están frente a caminos inciertos, a no ser que solo vean entre tinieblas las rejas de las cárceles que los esperan para que purguen las condenas de las que son acreedores por toda la gama de delitos cometidos. Las sanciones dictadas por la Unión Europea escalan la preocupación que pone de manifiesto la comunidad internacional por la caracterización del esquema criminal que usan los poderes públicos en Venezuela, coludidos con grupos delincuenciales de alcance planetario. No es cualquier cosa, como diría el finado Nery Parra: “no son conchas de ajo” lo que consta en los expedientes en manos de las oficinas antinarcóticos que revelan como se consolidan los nexos con carteles de grandes dimensiones que siguen sacando la cocaína desde Colombia, puenteando con el territorio venezolano. Tampoco es cosa sencilla la versión que pone en autos a los cuerpos policiales antiterroristas según la cual los mas peligrosos agentes del terrorismo internacional continúan acrecentando sus planes y acciones en los predios venezolanos. 

 

Lo que cuenta es saber que en medio de la confusión que se desprende por la irresoluta conducta de algunos factores de la oposición, aun se mantiene firme el respaldo de los gobiernos del mundo agrupados en la Unión Europea, en la OEA y en la ONUI. Desde luego que no faltarán las excepciones, como esos aliados del régimen oprobioso de Maduro que le hacen el juego para que el tirano venezolano tenga unos minutos de gloria en el Consejo de derechos humanos de Naciones Unidas. Y hablando de esos derechos de los que en tono ampuloso habla Maduro, decibeles que no silencian los reclamos que hacemos cuando se detiene a quien en el Guárico conocemos como «el medico de los pobres», el Dr. Ernesto Ramírez Molina, acusándolo de ser propiciador de odios, cuando lo que hace este galeno es atender con bondad a los desvalidos. Pero así son estos desalmados: ni hacen ni dejan hacer. ¿Tendrán perdón de Dios?

 

Carlos Ismayel

@CYsmayel

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