Denuncian que los presos de Tocuyito que protestaban por comida fueron castigados

El motín registrado en el Centro de Formación del Hombre Nuevo El Libertador, en el penal de Tocuyito, durante el 1 y 2 de enero tuvo un único resultado: El castigo hacia quienes participaron en la protesta en exigencia de alimentación y mejores condiciones.

Así lo revelaron familiares de los reos a quienes realizan los respectivos monitoreos desde el Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP). “Les dieron palo, batazos, mientras que a algunos de los que no fueron trasladados los metieron en la celda de reflexión, donde no reciben nada de comida y las condiciones de insalubridad son inhumanas”.

Tras la manifestación, más de 200 presos de este centro penitenciario fueron trasladados a otras cárceles en los estado Táchira, Mérida, Lara, Miranda e incluso a un grupo lo pasaron al penal abierto de Tocuyito.

Para los familiares de los reclusos, de nada sirvió la protesta porque la situación para los privados de libertad sigue igualo o peor. Por eso las madres, esposas, hermanas e hijas de los más de mil hombres que están recluidos en este centro, siguen insistiendo ante las autoridades del régimen, específicamente a la ministra de Servicios Penitenciarios, Mirelys Contreras, para que dé una solución ante lo que consideran una sentencia de muerte de sus seres queridos: la desnutrición.

“Nuestras peticiones siguen siendo las mismas que manifestaron los presos durante las horas que duró el motín del primer día del año. Lo que queremos es que se respeten sus derechos humanos y les den comida, ya que no nos dejan que nosotros se las llevemos”, señaló María, quien teme por la vida de su hijo.

De los tres platos de comida que deberían recibir diariamente, apenas consumen un vaso de agua con arroz o bollo cocido, sin sal y sin azúcar que les dan, por lo general, después de las 10 de la noche o en la madrugada.

10 meses sin gas
A todo este drama se suma que los presos del Centro de Formación para el Hombre Nuevo “El Libertador”, deben salir a los alrededores del penal a recoger leña para lo poco que cocinan.

Por este motivo hicieron un llamado al gobernador Rafael Lacava, quien maneja GasDrácula, para que y les lleve gas al penal para que los presos puedan cocinar.

Pero eso no es todo. Los familiares aseguraron que la corrupción es la que ha originado el problema de la comida. Los funcionarios que laboran en el penal, junto con los rancheros, como se les dice a los presos que cocinan, presuntamente negocian la comida que llega para los privados de libertad, o se las llevan en morrales y bolsos.

Piden a la ministra que envíe a unos fiscales u observadores para que, de manera incógnita, se aposten en las puertas del penal y constaten cómo los custodios sacan pollos, harina, arroz y otros alimentos.

Muchas de estas familias son de escasos recursos y, cuando llevan la paquetería los días martes, con impotencia e indignación ven que lo poco que traen para sus seres queridos como el pan, catalinas y galletas es rechazado por los custodios, o se los quedan para después venderlos a los privados de libertad.

Caraota Digital

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