Bonos de la Patria: ¿Alivio a la pobreza o destrucción de la productividad?

Los bonos otorgados por el gobierno de Nicolás Maduro a través del sistema Patria son insuficientes para calmar el hambre de los venezolanos. Con la última bonificación anunciada el pasado 21 de enero de cinco millones 800 mil bolívares ($3,34 según la tasa de cambio paralela) apenas se pueden adquirir de dos a tres productos de la canasta básica alimentaria.

Los dos bonos anteriores, Reyes 2021 y Felicidades Venezuela, de cinco millones 400 mil bolívares y cinco millones 70 mil, respectivamente, también rondaban los tres dólares de acuerdo al tipo de cambio paralelo a la fecha en que fueron anunciados.

Según el Centro de Documentación y Análisis Social (Cendas), a finales del mes pasado una familia de cinco miembros necesitaba $294,11 para adquirir la cesta básica, lo que indica que un trabajador de la administración publica que gana un millón 200 mil bolívares al mes, requiere de 426 salarios mínimos para llevar comida a su hogar, o 98 bonos mensuales de la plataforma Patria.

Estragos a la economía
El economista Carlos Ñáñez explicó que, en vez de ayudar a la economía de los venezolanos, los bonos alimentan la espiral hiperinflacionaria del país, contribuyen a la destrucción del bolívar y, sobre todo, producen mayor desorden monetario con respecto al fenómeno de dolarización. “Venezuela es un país sin moneda. El bolívar fue sustituido de manera violenta por el dólar. Esto genera inequidad y desigualdad porque aunque algunos agentes económicos han buscado evadir la crisis, no todos tienen acceso a las divisas”.

El profesor universitario señaló que desde el punto de vista microeconómico los bonos del Carnet de la Patria no resuelven la pobreza del país que es del 96%. “Los bonos son una remuneración de la esclavitud para adquirir de la canasta básica, cuando mucho, dos kilos de harina de maíz precocida y un kilo de azúcar. No permiten la compra de medicinas, adquirir seguro médico, hacer reparaciones en el hogar, ni educarse”.

La emisión de las bonificaciones también revelaría una indisciplina monetaria desde el punto de vista macroeconómico, una variable que, según explicó Ñáñez, condiciona al crecimiento económico. “Por eso tenemos siete años de contracciones de la actividad económica”.

Perversión salarial

El especialista también consideró que los bonos sociales del Gobierno no son más que una perversión del salario como remuneración al trabajo, ya que no provienen de ninguna actividad económica y fomentan la destrucción de la productividad.

Indicó que en caso del último bono de cinco millones, aunque supera en 316% el salario mínimo actual, no alcanza para cubrir ni siquiera el 1% de la canasta alimentaria, situación que estimula las malas prácticas dentro de la administración pública. “Estamos hablando de una población que percibe 0,6 dólares al mes, funcionarios que no están atendiendo las obligaciones inherentes a sus cargos o que recurren al tráfico de influencias y a la corrupción para la emisión de trámites elementales”.

Ñañez advirtió que mientras el Estado no proporciones sueldos apropiados se acentuará el daño antropológico en Venezuela. “El mismo daño antropológico del que habla Luis Aguilar Leon en su libro Cuba, donde la gente no quiere ir a las universidades, donde profesionales con títulos de quinto nivel se prostituyen o simplemente se lanzan al mar en una embarcación improvisada”.

El Carabobeño

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