Nicmer Evans: «Seis de diciembre, consulta popular, cinco de enero y referendo revocatorio»

La ausencia de planificación, y aún peor, la inexistencia de escenarios prospectivos desde la dirigencia opositora en conjunto, genera mucha preocupación, porque de manera muy reactiva se piensa en pasos y no en estrategias.

La división y fragmentación opositora, consecuencia del ataque, persecución, acoso y búsqueda permanente del exterminio por parte del sistema neototalitario, y por los propios errores que se cometen, hace que cada sector piense en sus intereses de preservación, y pase ha segundo plano el interés supremo de construir una nueva democracia en libertad, en el marco del esfuerzo de la reconciliación nacional.

Es por todo lo anterior, que vemos sectores participando en unas elecciones parlamentarias sin disputar un centímetro de las condiciones que puedan generar confianza a la ciudadanía para participar, o veamos el desarrollo de una consulta popular, que siendo muy válida, legítima y valerosa y que goza de todo el apoyo de quienes deseamos libertad, no genera expectativas reales de incidencia en el avance hacia caminos ciertos porque no se dejan claros los pasos siguientes al evento cuya aplicabilidad en sus resultados aún es inviable.

Sectores extremistas han llegado a homologar a las elecciones del 6/12 con la consulta, visualizando los dos actos como un “yo con yo”, que al excluir al otro para contarse cada bando lo que busca es demostrar fuerza más que inteligencia. Esta visión que erróneamente homologa peras con manzanas, sin embargo, cala en la opinión pública y desestimula, sin capacidad de ser revertida, la intención de participar en cualquiera de los actos.

La capacidad de neutralizarse entre un sector absolutamente minoritario, pero con la fuerza de las armas y el control del Estado y la violencia, y un sector mayoritario pero fragmentado, aterrorizado, y sin estructura, pero con el apoyo internacional del mundo occidental, tiene en medio a una población cada vez más sometida a la desgracia de no ver una salida que beneficie a las mayorías, y que percibe las acciones políticas de ambos bandos como búsqueda de beneficio de unas élites.

Aún peor, el sometimiento definitivo de la destrucción de la institucionalidad a la que va a ser sometida el Estado el 5 de enero de 2021, con una Asamblea Nacional obligada a irse al exilio o a ser sometida a la prisión política, Vs una Asamblea Nacional resultado de la imposición de una minoría producto de unas elecciones sin condiciones y fraudulentas, tiene como destino para el sistema neototalitario una “victoria” y para la oposición una nueva frustración si en el mapa no tenemos una táctica clara que defina una nueva ruta de acción estratégica que oriente claramente las acciones de una gran mayoría, que hoy no tiene rumbo ni esperanzas en el 2021.

Es por todo esto, que comprender que el establecimiento de una ruta realista, difícil, con muchos obstáculos, pero con mayor viabilidad que las rutas hasta ahora planteadas, es posible, debe disminuir las fantasías de un “trumpismo tropical” (con mucho respeto al presidente Trump), que sueña con soluciones externas que los mismos “llamados” a ejecutarlas han afirmado que no lo harán, una y otra vez.

Nuestra realidad es que, el apoyo internacional existe, pero nadie va a venir a hacernos la tarea, y que aún tenemos herramientas en el marco de la Constitución que pueden someter a profundas contradicciones a quienes ejercen el neototalitarismo.

Es importante advertir que algunos sectores se adelantan ya a pensar que el primer paso es participar en las elecciones regionales y municipales del 2021, sin pensar que la gente lo que le reclama a los políticos es que piensen en la gente primero más que en sus intereses a cargos de elección popular. Esto lo dejo de reflexión, sin descartar la importancia de estas elecciones, pero, o nos enfrascamos en disputar las condiciones electorales para unas elecciones libres y justas, o nos entregamos a los intereses de quienes ostentan el poder de vernos detrás de una tarjeta y unos candidatos, en lugar de vernos unidos en torno a un objetivo común, es por ello que el Referendo Revocatorio cobra sentido total, mucho más incluso que en el 2016, porque además la coalición dominante ya no es monolítica.

Es posible unirnos en un objetivo, si todos lo vemos como común, a pesar de las diferencias.

Nicmer Evans | Pdctv

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