Las máscaras de Maduro. Por Eugenio Montoro

La reciente beatificación de Carlo Acutis y el difundido cuento de que su cuerpo seguía intacto, nos trajo la idea para escribir estas líneas.

Para la beatificación, el cuerpo de Carlo fue exhumado y, evidentemente, su condición de deterioro era similar a la de cualquier cadáver sepultado en 2006. Como es costumbre se le reconstruyó y ahora parece como recién muerto. En prueba de esto, transcribo lo que dijo el encargado del proceso.

“Al acto de exhumación en el cementerio de Asís, ocurrido el 23 de enero de 2019 en vista del traslado al santuario, este fue encontrado en el normal estado de transformación propio de la condición post mortem…el cuerpo fue tratado con técnicas de conservación y de integración normalmente practicadas para exponer con dignidad a la veneración de los fieles los cuerpos de los beatos y de los santos. La reconstrucción de la cara con una máscara de silicona fue particularmente exitosa”.

Las máscaras se emplean para hacernos parecer diferentes y no solo se emplean en los carnavales, el teatro, el folklore y hasta en los santos, sino también en la política. Maduro las ha usado de muchos tipos y sobre esto comentaremos.

La primera máscara de Maduro fue la que empleó con Chávez para hacerle creer era el hombre que continuaría el sueño de la revolución y el Socialismo del siglo XXI. Si Chávez pudiera ver hoy el “logro” de Maduro de seguro se volvería a morir de la tristeza.

Otra máscara que emplearon hasta el cansancio tanto Chávez como el cucuteño fue la del demócrata. Confiados en tener un poder electoral bajo su control se permitían ir a elecciones con frecuencia. El achicar la democracia a solo las elecciones les permitía defenderse de las críticas internas y externas “Dicen que este gobierno no es democrático. ¿Como se explica entonces tener el récord mundial en número de procesos electorales?”.

Una máscara terrible, por lo cínica, fue la del negociador. En numerosas oportunidades utilizaron el disfraz de “estamos abiertos a dialogar para encontrar soluciones” y los opositores lo aceptaron de buena gana como mecanismo civilizado, aunque el tiempo dejó claro que nunca existió la mínima intención, de parte del régimen, de llegar a alguna solución.

Otra máscara favorita es la del “agredido” por fuerzas externas que le impiden hacer bien su trabajo. Prácticamente no hay situación adversa que no expliquen con el cuento de los ataques de monstruosos enemigos a sus buenas intenciones. Hasta el informe de la ONU acusándolos prácticamente de asesinos, fue rechazado bajo el argumento de que son solo manipulaciones externas.

También otra repetida máscara es la del silencio. Las acusaciones de narcotráfico, de ajusticiamientos realizados por cuerpos de seguridad, de violaciones a la Constitución, de presos políticos y centenares de otras barbaridades son “ignoradas” con una enorme cara dura.

Posiblemente, cansado Maduro de cambiar de máscaras y a sabiendas que ya no tiene lugar para esconderse y que le espera la cárcel a perpetuidad, ha creado una máscara polivalente que convierte todas sus facetas de dictador, de violador de derechos humanos, de ladrón, de terrorista, de narcotraficante y de cualquier otra vaina que se le acuse en “polvo cósmico” y, además, respaldado por una “ley”.

La mañosa ley anti bloqueo le da a Maduro (según su fantasía) la vara mágica para hacer lo que en gana le venga sin rendirle cuentas a nadie. Esto incluye hasta el auto perdón de los pecados, aunque las especulaciones abundan de hasta donde sería capaz de llegar en su loco desespero.

Muchos opinan que venderá gran parte de las empresas del Estado a sus amigotes a precios bajos para que luego las revendan a buenos precios. Que le abrirá las piernas a los rusos, chinos e iraníes (a los cubanos no, pues ya con ellos las tienen) para que hagan lo que deseen y evitar que se lo lleven preso. Que permitiría hasta la instalación de bases militares y que podría negociar el Esequibo con tal de salvarse. En fin, la verbena de Belcebú.

Lo que si es cierto es que no podrá ponerse otra careta nunca más pues todas se le han agotado y ya no hay quien pueda engañar. Dicen que a muchos las caretas no los disfrazan, sino que los revelan tal como son y es posible que Maduro esté manipulando una peligrosa ley que bien puede llevarlo hasta su propio final.

 

Eugenio Montoro / montoroe@yahoo.es

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