José Miguel Divassón: Ciudadanía debe participar en procesos de vigilancia y monitoreo de los servicios públicos

La participación de la ciudadanía en la fase de vigilancia y monitoreo de los servicios públicos, así como la toma de conciencia en el uso racional del agua potable, son para el presidente de la Sociedad Venezolana de Ingeniería Hidráulica, José Miguel Divassón, pasos fundamentales para ayudar a superar la calamitosa realidad que se vive en Venezuela con la potabilización, suministro y comercialización del líquido, proceso al cual hay que sumar la obligatoria reinstitucionalización de las empresas hidrológicas para optimizar su administración.

Divassón fue consultado por la Fundación Construyen País, sobre el tema del agua potable, a propósito del proyecto “Promoción de la Organización Comunitaria para Mejores Servicios Públicos” (PROCO+SP), que la institución desarrollará en comunidades de todo el país con el Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV), para brindarles asesoría o asistencia técnica en materia de servicios públicos y procurar su prestación eficiente.

El agua es un derecho humano, al cual hoy los venezolanos no tienen acceso por el profundo deterioro de la infraestructura construida a mediados del pasado siglo XX, desgaste incrementado en el siglo XXI por la desinversión, la negligencia y la corrupción administrativa de las últimas administraciones.

No obstante, la recepción del líquido en los hogares pasa por un largo y, la mayoría de las veces, desconocido proceso que se inicia en las fuentes acuíferas y que finaliza en la descarga, potabilización y vertido en las cuencas.

Ruta del agua

La ruta del agua comienza en los ríos y desde allí empieza su largo viaje para llegar a cada hogar. Si todo el ciclo se respetara, Venezuela no tendría inconvenientes en cuanto a cantidad y calidad de agua para el consumo humano.

El ingeniero Divassón explicó que el agua es captada del medio natural (ríos) y, dependiendo del volumen a extraer, se usarán algunas de las infraestructuras construidas para tal fin (represas / embalses / obras de toma / pozos). El agua cruda debe ser de la mejor calidad posible, y desde este sitio de captación son llevadas a través de un sistema de aducción hasta las plantas potabilizadoras para que sean realmente aptas para el consumo humano.

“Ese espacio de tubería que se llama aducción y que va desde el embalse o de la toma hasta la planta potabilizadora, es uno de los sitios más comprometidos en los sistemas, porque muchas veces es objeto de vandalismo y en algunos casos hay rupturas por condiciones geológicas o por fallas en los sistemas operativos, que interrumpen el servicio de manera frecuente”, explicó el ingeniero.

De las plantas potabilizadoras, el agua debe salir en condiciones aptas para el consumo, es decir, que presente condiciones físicas (incolora, inodora e insípida) y condiciones químicas y bacteriológicas que garanticen un nivel de seguridad sanitaria de la población.

Nuevamente y a través de grandes tuberías, el agua es canalizada hacia la ciudad, pueblo o caserío, pero llegan primero a unos estanques de almacenamiento desde donde se distribuye a la población de manera relativamente uniforme y en función de la demanda. Es lo que se conoce como red de distribución.

En el intermedio, puede haber estaciones de bombeo, porque a veces el agua está muy lejos de las ciudades.

La Gran Caracas, por ejemplo, es surtida a través de los Sistemas Tuy I, II y III que se alimentan principalmente del Embalse de Camatagua pero también de otras fuentes abarcando, en total, unos 14 embalses para garantizar el preciado líquido en toda el área metropolitana.

“Ese viaje es muy largo. Son más de 100 kilómetros, que requieren grandes infraestructuras y algunas veces muchos equipos de bombeo que consumen grandes cantidades de energía. En ese punto se tocan los dos servicios más importantes: la electricidad y el agua. Si falla la electricidad no tenemos agua y si en las fuentes no hay suficiente agua entonces no se produce la energía eléctrica. Ambos sistemas corren en paralelo y tienen que funcionar de una manera adecuada para que la población reciba lo que necesita”, explicó.

La siguiente fase es la disposición final de las aguas servidas. Una vez el agua es usada ésta debe ser reinsertada a las fuentes naturales sin que ello implique la contaminación del río, mar o lago donde sea vertida.

Aquí entra otro sistema que es el de cloacas (también llamado alcantarillado), el cual debe llevar de manera ordenada y ambientalmente segura las aguas servidas hacia los cauces. “Los sistemas de cloacas son los que llevan el agua que ha sido contaminada por actividad del hombre, ya sea por uso doméstico o uso industrial”.

A través de plantas de tratamientos se homogeneizan y se entregan nuevamente a la naturaleza sin perjudicar el entorno natural. Y allí se cierra el ciclo que está detrás de cada gota de agua que sale de nuestro lavamanos o grifo.

Existe otro sistema que es el de drenaje que es el que recibe las aguas de lluvia y son de una calidad diferente a las aguas servidas. Las aguas de lluvia pueden ser conducidas a los cauces naturales porque su contaminación es mucho menor. Pero las aguas servidas en su totalidad deben pasar por una planta de tratamiento antes de ser descargadas en un curso de agua.

El ingeniero Divassón agregó que en Venezuela hay tres sistemas que manejan el agua: el sistema de agua potable desde el sistema de distribución; el sistema de recolección de las aguas servidas; y el sistema de aguas de lluvia. Los tres deben funcionar en paralelo.

Los dos primeros son manejados por las hidrológicas, mientras que el tercero es competencia de los municipios.

Rol de la ciudadanía

Consultado en torno a si existe la posibilidad de que se descentralice el manejo del agua potable y que sean las comunidades organizadas las encargadas de administrar el servicio, el ingeniero Divassón respondió que no es el deber ser, pues esta competencia corresponde a las empresas hidrológicas que fueron creadas para tal fin.

Incluso ante la probabilidad de implementar un sistema de agua mixto comentó que por lo general se presentan roces que terminan generando problemas operativos, ante lo cual aseguró que en la legislación venezolana están claramente definidas las responsabilidades de cada quien.

“La participación ciudadana es muy importante en cada uno de estos procesos. Muchas veces encontramos ciudadanos comprometidos, que quieren un servicio adecuado y sin embargo las autoridades no están tan interesadas en brindarlo. Y no podemos suplantar o sustituir al ente rector”.

Por ello, manifestó que corresponde a las comunidades vigilar, monitorear y controlar ciertos procesos, pero nunca debemos obligarla a asumir las responsabilidades operativas como el encendido de una bomba que podría poner en riesgo su vida y la seguridad de una infraestructura sumamente costosa.

Divassón refirió que las comunidades pueden verificar, por ejemplo, el origen de las fuentes de agua, pues si el recurso que se capta es de buena calidad se pueden evitar muchos problemas. “Podemos vigilar y monitorear las cuencas donde estamos trabajando, porque ello garantiza la calidad del agua. Allí podremos determinar si hay tala o deforestación, exceso de pesticidas y otros elementos que terminan en nuestros ríos y embalses. La vigilancia es fundamental para evitar que la cuenca se degrade”.

Si bien entiende la necesidad brutal de la población por acceder al agua, invitó a la ciudadanía a evitar las denominadas tomas ilegales o clandestinas, que no solamente restan presión sino que también ponen en riesgo las tuberías y comprometen la calidad del producto final.

A su parecer, las autoridades deberían permitir que la población se exprese, y escuchar sus reclamos para que las hidrológicas hagan su trabajo y entreguen un agua con las condiciones adecuadas.

La perforación de pozos ha proliferado a lo largo del país, pero el vocero de la Sociedad Venezolana de Ingeniería Hidráulica, dejó en el aire los siguientes cuestionamientos: ¿Esa agua es realmente apta para el consumo humano? ¿No está de alguna manera contaminada? ¿Quién potabiliza, filtra o desinfecta el agua? Si alguien se enferma por tomar agua contaminada ¿quién responde por ello?

Pidió a la población hacer un uso consciente y responsable del agua potable. “Si el flotante de la poceta de mi casa está roto, yo no tengo interés en cambiarlo porque además la reparación me cuesta una millonada. Sin embargo, no nos damos cuenta de que el agua que se desperdicia por esa poceta le está dejando de llegar a otra familia. Y esa indolencia tenemos que revertirla. Lo primero que debemos hacer es concientizar a la población de la importancia del agua en nuestras casas y que lo que nosotros botamos se lo estamos quitando a nuestros vecinos. No hagas a otros lo que no quieres que te hagan”.

Todo servicio público cuesta mucho dinero y hay que crear consciencia para que la ciudadanía empiece a pagar por el suministro del agua. Todo deber genera un derecho y todo derecho genera un deber. La exigencia de un servicio de calidad, también demanda de una ciudadanía que haga uso responsable del servicio, entienda su estructura de costo y lo pague.

Finalmente, el ingeniero Divassón puntualizó que el problema no tiene una sola cara, y que su solución parte, en primer lugar, de la reinstitucionalización de todas las empresas hidrológicas. “El gobierno tiene que entender que los servicios públicos son el soporte de una ciudad en progreso. Debemos reinstitucionalizar las hidrológicas y orientarlas a prestar un buen servicio. El mejor servicio que se presta es aquel del que nadie habla”.

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