REFLEXIONES| Manuel Alfredo Sánchez Luna. Por Luis Acosta

Manuel Alfredo Sánchez Luna nació en Caracas el 22 de febrero de 1930 lo que significa que debía haber cumplido 90 años. Fue un canta-autor y actor venezolano considerado por muchos como el intérprete popular y lírico más importante de la historia musical venezolana. Desde su niñez manifestó su vocación musical, tanta que a temprana edad ya participaba en el coro del colegio salesiano Domingo Savio de Los Teques donde realizaba sus estudios primarios hasta que en el año 1944 se vio en la necesidad de abandonar la escuela, como siempre, por los problemas financieros de su familia. Sin embargo, su carácter contribuyó a lograr que dos sacerdotes, el Padre Calderón y el Padre Sidi, de los hermanos salesianos, lo introdujeran en sus primeros pasos por la instrucción musical y arte escénico.

 Manuel Alfredo era de mediana estatura pero su voz subía a la mayor escala del pentagrama musical que se formaba en solfeo, piano y armonía. Su primera actuación fue en la Catedral de Caracas cantando el Ave María e impresionando a toda la audiencia; antes había empezado en la escuela de música de la capital. Mas, otras habilidades, tales como el dibujo y la pintura, mostraba el joven. Varios de sus trabajos fueron publicados por el Diario La Esfera y la revista humorística Fantoche que eran los medios impresos de la época. De estas publicaciones salieron los ingresos para ayudar en la alimentación de la familia. Además, se pudo pagar la grabación de su primer disco de 78 r.p.m. con el pasodoble “El Diamante Negro” como homenaje al torero Luis Sánchez y el bolero Desesperación como contraparte.

Pero algo importante se produce en la vida de Manuel Alfredo. En efecto, por causa de las coincidencias en los apellidos de varios de los participantes de un mismo concurso y circuito artístico, decidió cambiar su estructura nominativa y la recogió solo en Alfredo Sadel. En este nuevo apellido tuvo que ver la primera sílaba de su apellido, añadiendo la desinencia “del” por Carlos Gardel a quien Alfredo admiraba con celo y distinción. En 1946 fue sacado de un estudio de grabación. Nadie supo por qué. Pero la buena suerte lo acompañó y el gran Mario Suarez lo apadrinó y recomendó al empresario de la radio Ricardo Espina, a la sazón director de Radio Caracas Radio-RCR. Así pudo tener acceso a los estudios para ensayar lo que para su preparación era justo y necesario. Añadido a esto, logró una beca que alivió sus obligaciones para con su familia. 

En 1947 ingresa como cantante aficionado a la emisora caraqueña Radio Difusora Venezuela y al año siguiente firma con Discos Rex un acuerdo para la grabación de su segundo disco sencillo. Este disco, grabado en un estudio improvisado en los altos del Teatro Municipal, contenía el paso doble Diamante Negro y un instrumental del Mambo #5 de Dámaso Pérez Prado. A pesar de los defectos técnicos, dice la historia que fueron vendidas 20 mil copias. Esto marcó el inicio ascendente de la trayectoria musical de Alfredo Sadel. 

En 1950 inicia carrera en el cine con Blanquita Amaro y el argentino Tito Lusiardo. Luego protagoniza “Flor del Campo”, película con argumentos venezolanos, junto a Rafael Lancetta y Elena Fernán. En 1952, viaja a los Estados Unidos y actúa en el Teatro Chateau Madrid de New York acompañado de la Orquesta de Aldemaro Romero de quien era amigo. También debuta en el Teatro Jefferson de New York y en el Show de Ed Sullivan para convertirse en el primer artista venezolano en actuar en la televisión norteña. Igual, es alabado en un programa muy famoso, “Chance of a Lifetime”, siendo considerado por la prensa como el artista latino más popular de la televisión norteamericana. 

Mas, Alfredo Sadel no se estacionó allí. En 1955 va a La Habana y logra el derecho de tener su propio show adueñándose de la sintonía total de la estación que lo contrata. Ese mismo año, graba el LP Mi Canción con el sello RCA Víctor, en el cual fue acompañado por el arreglista argentino Terig Tucci. Pero, también, compartió la actividad sindical artística promoviendo en 1957 la fundación de la Asociación Venezolana de Artistas de la Escena.

En 1958 vuelve a las tierras norteñas para ser contratado por la Metro Golden Mayer. Luego, no le dieron trabajo y renunció. Se vuelve hacia México en 1960 y participa en películas con Javier Solís, María Victoria y Miguel Aceves Mejías, Sara García y Julio Ardana. En una de ellas interpreta el vals “Di” haciendo gala de su voz, su timbre musical y su movible armonía capaz de bajar y subir en firme melodía para terminar con un cierre que solo Sadel y Mario Lanza lo habían logrado. Su final en el cine lo une a Juan Vicente Torrealba y Chelique Saravia en “Martin Santos, El Llanero”. 

En 1961 se presenta Sadel con la Zarzuela Los Gavilanes en el Teatro Nacional de Caracas. Ese mismo año, se va a estudiar a Milán con la intención de perfeccionar su calidad vocal. En este nuevo período de su vida artística participó en Carnegie Hall de New York en el estreno de una zarzuela cubana, basada en la novela con el mismo nombre, Cecilia Valdez. Luego, emprendió giras por toda América para presentar Rigoleto, El Barbero de Sevilla, Carmen, Tosca, La Boheme, La Traviata y otras. Luego, entre 1967 y 1968, se presentó en Alemania, Suiza, España, Hungría y La Unión Soviética. Fue el primer cantante lírico venezolano en llegar a Siberia y otras catorce naciones. En Lima, Sadel y Pepita Embil, protagonizaron lo que los peruanos calificaron como las temporadas de zarzuelas más exitosas que se hayan realizado en el país. En 1977, intentó institucionalizar la opera en Venezuela y organizó una temporada en la Universidad Central de Venezuela, paseándola por varias ciudades del país. También participó en presentaciones en el Teatro Nacional. 

Al final, Alfredo se erradicó en New York en 1985 pero se presentaba con cierta frecuencia en Colombia y Venezuela. En 1989, se presentó en el Teatro Teresa Carreño con la Orquesta Sinfónica de Venezuela en concierto que marcó su despedida. Es bueno comentar que el pueblo no olvidó nunca a Sadel: Congoja, Granada, Aquellos ojos verdes, Madrigal son éxitos permanentes en el cancionero venezolano. El Teatro Municipal de Cantaura lleva su nombre. La Plaza Alfredo Sadel, ubicada en Las Mercedes, se ha convertido en referente zona artística de Caracas.

Como comentario histórico, a partir de los años 50 descollaron por América cantantes líricos y tenores de mucha calidad. Entre ellos, Emilio Tuero de México, Juan Arvisu y René Cabel de Cuba, Mario Lanza de Colombia, Héctor Cabrera, Carlos Almenar Otero de Venezuela. Sin embargo, Alfredo Sadel fue el más estudioso, versátil, universal y exitoso de todos ellos. Murió en Caracas el 28 de junio de 1989, víctima de un cáncer de colon, a los 59 años todavía joven y lleno de facultades como el Tenor Favorito de Venezuela.

 

Luis Acosta

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