Obediencia o Resiliencia Silenciosa. Por Albert Geovo (@aegeovo)

La finalidad de este mensaje, es generar un despertar, distinguido lector, una mirada hacia el consciente, hacia su persona, entre todo el bombardeo de noticias infortunadas, propagandas  e información y videos enajenante que van directamente al subconsciente, al mismo tiempo, que al inconsciente colectivo, sugerido por Carl Jung.

Mayormente, se hace referencia a los “teledirigidos” como receptores obedientes silenciosos del mensaje, donde poco a poco, vienen siendo  adiestrados y formados por un emisor, que viene editando el modelo, a través de efigies, signos en el tiempo, representaciones gráficas, videos, que hablan por mil palabras, sin reflexión alguna, atravesando por los diferentes medios de comunicación; siendo el que más incide en la modelación de la conducta humana, la televisión,  como fenómeno  de masas, que ha permanecido en el tiempo, incluso, después de los avances en la era digital del WhatsApp,  Facebook, Twitter, Instagram, Tik Tok, y toda la Red Social del que sois  alcanzado.

En otras palabras,  la humanidad viene siendo domesticada a los intereses de una elite mundial, con claros poderes fácticos dentro de cada una de las naciones del mundo, desde diferentes ámbitos en la sociedad; planteamientos  ya sugeridas por Giovanni Sartori, en su Obra: “Homo videns La Sociedad Teledirigida” (1997) en que se exhorta a los dueños de los medios, y al individuo en sí, de una manera objetiva a asumir la responsabilidad de las consecuencias nefastas de los medios en la sociedad e invita al “homo sapiens” a racionalizar el mensaje, que propiamente en forma de imágenes en forma de videos en sí, vienen modificando la cultura, a través, de distintos mensajes, convirtiéndola en una sociedad teledirigida como Sartori (1997) la llamó, donde un sector mantiene una obediencia tácita y otro una rebeldía silenciosa contra el globalismo totalitario, valga la redundancia.

Para ilustrar esto, por este tiempo, es muy popular, recordar las diferentes historias distópicas de la literatura, sin embargo, esta vez, no vamos a recordar la bibliografía orwelliana, tales como: “Rebelión en la Granja” (1945)  ó “1984” (1949) ni tampoco el existencialismo, así como por ejemplo, “La Peste” de Albert Camus (1947) Todas,  un homenaje a la tenacidad de las personas, a esa rebeldía silenciosa de mentalidades preclaras,  ante los arbitrios del Estado Global en su afán de educar, a través, del miedo mediático. Tampoco, se pretende abordar, libros apocalípticos.

Sino que, vamos a remontarnos, esta vez, a un género de novela distópica más reciente, llevada al cine en 1968, mejor conocida como: “EL PLANETA DE LOS SIMIOS”  de Pierre Boulle (1963) en el que se describe a una sociedad adonde los primates son el género dominante y no los humanos.

Puesto que, se describe una corporación de monos, con división de clases, elitista, en el que existe un séquito asociado a la Organización del Estado que lo controlan todo, en el cual, subyugan no sólo a los humanos, sino que también a los de su raza, con su carácter hostil de gobierno totalitario, con diferentes ramas ministeriales para el sostenimiento y desarrollo de su régimen social.

De este modo, en éste films, se muestra, que los que están es la cúspide de la Organización del Estado, son: primero: los orangutanes que son miembros dirigentes, miembros del senado y magistrados; por otro lado, de segundo: están los de la clase media, pertenecientes a la progresía, compuesta por chimpancés instruidos; por último, los representantes de la violencia legítima,  identificada en los gorilas que conforman la guardia pretoriana, soldados de y para las elite gobernantes, y un poco más bajo, los humanos, que se encuentran en un peldaño no nominativo, en la escala social, todos  estos estratos, obedientes al orden de la civilización simia.  

Dado que, todo ese escenario distópico, ha sido la consecuencia de los humanoides en su afán de un control benévolo en pro de la comunidad. Y en contra de ella, están las mentalidades preclaras,  frente a un cúmulo de ideas erróneas que circundan cualquier política de Estado colectivista, que además, han arruinado y como consecuencia destruido la civilización, sobre todo, la nuestra.  

En suma, cualquier parecido con la realidad de los hechos, es pura coincidencia, además que para mal, son estos mismos los censores de los medios, los que han subvertido los valores y principios que sustentan la civilización cristiana, mientras los seres racionales hacen mutis ante todo lo que ven en los medios de comunicación, siendo las consecuencias en la comunidad, como resultado de la enajenación mediática que le ha propiciado, una de la más mortífera pestes, a través, de sus transmisiones de imágenes, representaciones y videos, cargados de todo tipo de turbaciones mediáticas, enajenantes, miedos silenciosos,  controlados por un ente supranacional, llamado globalismo.

Entre tanto, las personas permanecen cada vez más expectantes y pasivas,  como consecuencia de la alienación mediática, como si nada pasara, cuando cada vez, esa realidad, toma más terreno en el mundo que se encuentra gobernado por élites, grupos de poder, semejante a la de los insensatos bípedos de la historia mencionada, destruyendo naciones, instaurando revoluciones, a costa de lo que sea, Estados Totalitarios muy al estilo del colectivismo filosófico. Salvo algunas excepciones, como por ejemplo, las demostraciones de la población alemana, que salió en pie de protesta, en contra los controles sociales, impuestos por el globalismo.   

 

Albert Geovo / @aegeovo

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